TEGUCIGALPA. Nació en la ciudad de Siguatepeque, zona central de Honduras, su infancia la vivió en el barrio Suyapita e hizo su primaria en la escuela Ernestina Flores de dicho barrio.
Roger Discua describió su niñez como «bien dura y difícil de recordar», sin embargo, para él, es una forma bonita de recordar que tiene que seguir luchando.
Discua viene de una familia humilde, donde no tenía qué comer. Solamente tiene un diploma y es el de la primaria, durante los seis años de su corta vida académica anduvo descalzo. «Yo nunca conocí un uniforme, mi mochila era una bolsa de nylon. Venimos de una familia sumamente humilde», relató el hondureño.
Contó que su padre era una persona alcohólica y que, por medio de los vicios, se destruyó, algo que catalogó como doloroso. Él, a la edad de 13 años, tuvo que dejar su casa.
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Comienzo del viaje de emprendimiento
Al recibir su diploma de sexto grado, un día después, comenzó su viaje en el mundo de los zapatos. Un hermano le dijo que le iba a enseñar el oficio, y al ver la necesidad en su hogar y que no tenía la posibilidad de seguir estudiando, comenzó a trabajar.
«Un año duro, un año que pasé triste. No tenía qué comer, mi almuerzo era un aguacate y tortillas durante todo ese año. Son historias que duelen recordar, pero al mismo tiempo es bonito cuando se lucha y ver hasta donde he llegado hoy», reflexionó.
Contó que el oficio lo aprendió descalzo, hasta que le dijo al dueño del taller donde laboraba que él necesitaba un par de zapatos. Fue a la edad de 14 años que Discua tuvo su primer par de zapatos.
«Desde ese entonces, por la voluntad de Dios, nunca volví a andar descalzo. Agarré experiencia en varios talleres de Siguatepeque y después de 10 años decido emprender», conto los periodistas de TIEMPO.
Para él, el proceso de emprender no fue nada fácil, y tomó la decisión a raíz de que conoció a su compañera de hogar y tuvieron su primer hijo y «no tenemos para mantenerlo». Antes de emprender, Discua laboró en unas bodegas de granos básicos durante el día, y por la noche se dedicaba a fabricar calzado.
Comienzo de su zapatería
Un cuñado se convirtió en un ángel que Dios le pondría en el camino, pues primero le ofreció dinero prestado para dar inicio a su emprendimiento. Sin pensarlo, Discua, aceptó los L2,000.
«Los invertí. Solo digo, Dios es grande, porque Él me enseñó a saber administrarlos y que hoy se han multiplicado. No es fácil administrar una empresa cuando no se tiene el conocimiento de cómo hacerlo». añadió.
En su taller de zapatos, que lleva como nombre Calzadora Roger’s, elabora calzado de dama, caballero y de niño. También fabrican fajas, billeteras, porta celulares y porta navajas. Señaló que es producto que se elabora de forma artesanal y que ya tiene 28 años de dedicarse a la fabricación de calzado.
«Hemos visto los resultados. Quisimos hacer la diferencia con un zapato que el cliente quede satisfecho», manifestó.
Actualmente, el negocio sigue en pie a pesar de la crisis generada por el COVID-19. Contó que el año pasado no fue nada fácil y que él siempre se mantiene de forma positiva.
Con la llegada de la pandemia del COVID-19, su negocio tuvo que reinventarse y comenzar a vender en redes sociales. Relató que ahora hacen envíos a nivel nacional y ya han hecho envíos a otros países.
Durante el 2013, 2014 y 2015 su negocio fue invitado a una feria que realiza la Cámara de Comercio de Siguatepeque. En las tres ocasiones, el producto de su empresa salió ganador como mejor producto elaborado en Siguatepeque.
Contó que «tristemente», su madre no pudo ver el fruto de sus oraciones, pues ella falleció hace 13 años. Recordó que su madre siempre les decía que iban a llegar lejos.
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