TEGUCIGALPA, HONDURAS. Decenas de personas en la capital disfrutaron este viernes de un anhelado alimento y algo de beber. Además, se despojaron de su antigua mascarilla, los que sí tenían, y se colocaron una nueva. Incluso, ahora tienen prendas nuevas.
Un día de gloria les llegó gracias a la iniciativa «Una Mano Amiga» que desarrollaron un dúo de amigas, Angie Peña y Jennifer Rodríguez. Diario TIEMPO Digital anticipó la creación de la idea, que ahora ya está rindiendo sus frutos.
Salieron a las 10:00 de la mañana para entregar las dádivas. Ellas visitaron el centro de triaje ubicado en el Bazar del Sábado; además, circularon por varios puntos de la ciudad y dotaron de los insumos a vendedores ambulantes, barrenderas, guardias, mendigos, y personas sin hogar. Hasta los animales recibieron lo suyo; los más delgados perritos degustaron de un deleitable bocado.
Detallaron a TIEMPO que les llevaron burritas, jugos, refrescos y galletas. Asimismo, tapabocas y varias unidades de ropa. Las cajas y contenedores quedaron vacíos; fue mucha la necesidad que encontraron.
Experiencias únicas
Las amigas relataron un momento que les conmovió durante su noble actividad. Una señora, entre lágrimas, les dijo que minutos antes de su aparición, ella le decía a Dios que tenía mucha hambre. Después llegó a un puesto de venta comida a pedir algo y le negaron.
Sin embargo, ella volvió a la oración y pidió por alguien que se apiadara y le diese algún alimento. De manera repentina, Angie y Jennifer llegaron y se tornaron en sus ángeles salvadores.
Además de comida, y refrescos, para dos tiempos, las jóvenes también le entregaron ropa para que pueda vestir o, en su defecto, vender.
«Yo sabía que en este país hay mucha necesidad, pero jamás pensé que era tanta, como para tener tanta felicidad y llorar por un plato de comida; me rompe el corazón ver tantas personas necesitadas», manifestó Angie.
Jennifer contó otra vivencia que les tocó el corazón. En un semáforo le dieron comida a los jóvenes que limpian vidrios. No obstante, ellos pidieron más donación para «sus compañeros a la vuelta».
Después ese grupo de amigos se sentó a compartir y comer juntos. «O sea que no piensan en sí mismos, sino en el conjunto», acotó Jennifer.
«Una mano amiga» en la necesidad
En el trayecto también se encontraron con un señor al que le dieron ropa. A él le dijeron que si algo de las prendas no le quedaba lo podían vender o lo que él estimara conveniente. Sin embargo, quedaron atónitas con la respuesta.
«Él me dijo que no, que cuando a él le regalan cosas y algo le sobra, se lo da a los demás que tienen necesidad igual que él», narró Angie con mucho sentimiento.
Luego, al unísono, ambas confesaron a TIEMPO que, mientras las personas les continúen colaborando, ellas están dispuestas a continuar con la iniciativa. Es más, harán una página dedicada a «Una Mano Amiga» para recaudar más aportaciones.
A todo esto, es importante destacar que el par de amigas en todo momento vistió con equipo de bioseguridad y respetó las recomendaciones de distanciamiento. Un acto muy solidario y bien hecho. ¡Enhorabuena!
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