ASHINGTON – El presidente Donald Trump otorgó el viernes un perdón al exalguacil del Condado de Maricopa (Arizona), Joe Arpaio, condenado por desacato criminal por violar una orden judicial de cesar la detención de inmigrantes indocumentados, generando el rechazo de líderes demócratas y grupos cívicos que lo calificaron como un “aval” al racismo.
Arpaio, de 85 años y un firme aliado de Trump, debía recibir una sentencia de hasta seis meses el próximo 5 de octubre. Fue condenado el pasado 31 de julio por violar una orden de un juez federal en 2013 de frenar la detención de inmigrantes indocumentados. Sus abogados planeaban apelar la condena.
Trump otorgó el perdón porque, según explicó la Casa Blanca, “durante su tiempo como alguacil, Arpaio continuó la labor de su vida de proteger al público de los flagelos del crimen y la inmigración ilegal”.
A principios de semana, sus asesores alistaron la documentación para el controvertido perdón presidencial, y los argumentos para justificarlo, destacando el medio siglo de servicio público de Arpaio, como miembro de las Fuerzas Armadas, en la Dirección Estadounidense Antidrogas (DEA) y como alguacil (“sheriff”) del Condado de Maricopa. Según repitió hoy la Casa Blanca, “es merecedor” de ese perdón.
Como el “sheriff más duro de EEUU” , Arpaio se ufanaba de sus tácticas: mantenía a los inmigrantes “enjaulados”. También en carpas en su famosa “Tent City” y les redujo las comidas, a los hombres los obligaba a usar calzoncillos rosados. Todos los detenidos los hacía caminar encadenados, incluyendo mujeres y jóvenes.
Candidatos republicanos, ávidos de mostrar su “mano dura” contra los indocumentados, buscaban su apoyo. Arpaio figuró entre los pocos y primeros republicanos que respaldaron a Trump en 2016. Siempre defendió sus medidas en nombre de la seguridad ciudadana.
Perdió la reelección el año pasado, en parte por la movilización de grupos pro-inmigrantes.
En 2011, un informe del Departamento de Justicia determinó que Arpaio y sus patrullas habían recurrido a prácticas discriminatorias al detener a los inmigrantes en paradas de tráfico por la sola sospecha de que eran indocumentados.
El martes pasado, durante un mitin político en Phoenix, Trump dijo que Arpaio fue condenado “por hacer su trabajo”. Sugirió que éste recibiría un perdón, aunque no esa noche para evitar “controversia”.
Arpaio dará las gracias a Trump en una rueda de prensa el lunes próximo. Mientras tanto, dijo en Twitter que su condena fue “una cacería de brujas política por remanentes de (la Administración) Obama en el Departamento de Justicia”.
Perdón es “aval” del racismo de Arpaio
El perdón ha atizado la controversia después de que Trump fue criticado por no condenar con dureza a grupos supremacistas. Estos estuvieron implicados en la violencia en Charlottesville (Virginia) el pasado 12 de agosto.
La mayoría de líderes demócratas, y un vasto número de grupos cívicos y defensores de los inmigrantes en todo EEUU, entre ellos NALEO, MALDEF, “America´s Voice”, y UnidosUS, afirmaron que el perdón no sólo contradice el mensaje de “unidad nacional” de Trump sino que avala el racismo y atenta contra los valores de EEUU
Angelica Salas, directora ejecutiva del grupo angelino CHIRLA, dijo que Trump “ha tomado bando con supremacistas blancos y racistas que violan las leyes”, dejando poco margen para la compasión hacia inmigrantes victimizados en Arizona y otras partes del país.
Reacciones
Janet Murguía, presidenta de UnidosUS (antes el Consejo Nacional de La Raza), dijo que Arpaio “no ha mostrado ni un ápice de remordimiento o arrepentimiento, ni ha reparado el daño que le hizo a las personas que aterrorizó por más de una década”.
Petra Falcón, directora ejecutiva de Promise Arizona, calificó la decisión como “una vergonzosa injusticia. Asimismo, una bofetada a toda la gente”. Mientras que Carlos García, director de Puente Arizona, dijo que Trump “ha perdido toda legitimidad”. El país entero debe estar “extremadamente alarmado”.
Por su parte, la senadora demócrata de Nevada, Catherine Cortez Masto, dijo que Trump contradice su deseo de imponer el orden público, “al perdonar a un hombre que fue demandado por el Departamento de Justicia, que cuestionó la ciudadanía del presidente Barack Obama, y fue condenado por desobedecer a un juez”.
Melissa Mark-Viverito, presidenta del Concejo de Nueva York, dijo que no le sorprende la decisión. Trump cuestionó la ciudadanía de Obama y porque encaja en “su liderazgo carente de moral”, e instó al fiscal general de Arizona, March Brnovich, que presente cargos a nivel estatal.
Racistas
Alessandra Soler, directora ejecutiva de la Unión de Libertades Civiles de EEUU (ACLU) en Arizona, señaló que ningún perdón cambiará el hecho de que las prácticas “racistas” de Arpaio son “ilegales e inmorales”, y tampoco borrará su “fallido legado”.
Cecilia Wang, subdirectora de asuntos legales de ACLU lamentó que Trump ha optado por la “ilegalidad”. También por el daño a las comunidades, en vez de la “sanación” del país.
Trump y sus allegados insisten en que éste no es racista. Pero, según Cristina Jiménez, directora ejecutiva de “United We Dream”, perdonó a un racista. Y este racista convirtió la “cacería” de inmigrantes un “deporte de sangre”. Esta práctica pasará a la Historia como “un criminal supremacista blanco, conocido por abusar a minorías”.
¿Dónde están los conservadores?
La condena de conservadores se cuenta en una mano. Alfonso Aguilar, presidente de la Alianza Latina Para Principios Conservadores, dijo que si Trump puede perdonar a Arpaio entonces puede también legalizar a la población indocumentada.
Tanto Aguilar como Mario López, presidente del Hispanic Leadership Fund, cuestionaron los argumentos de “ley y orden”. Este termino fue utilizado por Trump para justificar este perdón.