CORTÉS, HONDURAS. El transporte público está atrapado en un túnel de problemas y aunque parece que ven la luz, vuelven a caer a la oscuridad. Las promesas de todos los sectores han sido muchas, pero las respuestas, pocas.
Muchos de ellos han desistido de seguir en el rubro y otros lo hacen por la necesidad, pues necesitan llevar el sustento a sus hogares.
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Día con día, los transportistas se levantan desde las 4:00 de la mañana para empezar sus jornadas. Sin embargo, viven con el temor de que en cualquier momento pueda ocurrirles algo.
El transporte público está encerrado entre los delitos comunes, el crimen organizado y las promesas incumplidas del gobierno.
Diario TIEMPO se comunicó con varios transportistas que pidieron no se revelaran sus nombres. Uno de ellos, de la Ruta 7, indicó que están tratando de recuperarse con el ajuste de los tres lempiras, pero que aún se encuentran con ciudadanos que no quieren darlos.
Al mismo tiempo confirmó que aunque antes era más frecuente, en cualquier momento sufren los temidos asaltos o hurtos. También comentó que, generalmente los ladrones cuando se suben a las unidades les quitan los celulares o dinero a los pasajeros.
Pero indicó que aunque cada asalto igualmente le quitaban todo al transportista, el dueño de la unidad era consciente y no les cobraban eso. «Los casos son aislados en los robos comunes, lo que buscan los ladrones son celulares y otros objetos de valor», explicó.
El entrevistado, además, confesó: «La extorsión es lo que más nos agobia a nosotros».
Por otro lado, afirmó que todas las rutas están siendo afectadas por el «impuesto de guerra» por una nueva banda criminal denominada M1.
«En la extorsión hay empresas que damos hasta 1 millón al año y hasta aguinaldo nos piden», añadió.
Este ciudadano determinó que aunque algunos dan más y otros menos, siempre les piden grandes cantidades de dinero y que les toca pedir préstamos para saldar la deuda.
Al igual, sostuvo que ellos por cada unidad de transporte dan 400 lempiras semanales para el pago de extorsión, lo que equivale a más de 28,000 lempiras.
Otro hondureño que está en el rubro del transporte, del sector de Choloma, comentó que cada día es «un rifón», pues no saben con qué se van a encontrar. «Puede que una mañana se suba un ladrón o que nos asalten dos veces en un solo día, ya ha pasado», externó.
También explicó que quienes se encargan de hacer los pagos de extorsión son los encargados de la ruta o los dueños de los buses. «El transportista se lo da al encargado o el propietario lo saca de la tarifa que hacemos», contó.
Asimismo, este ciudadano recalcó que a lo que más le temen es al cobro de la extorsión, pues eso es «regla», lo tienen que dar sí o sí, pues de lo contrario, pueden recibir amenazas o hasta morir.
También sostuvo que dependiendo de la ruta es lo que cada uno debe de pagar, pero que a ellos les están pidiendo L200,000 y temen que la cuota aumente.
Agregó que el cobro de extorsión se ha dado siempre, pero que ahora hacer dinero es más complicado. «Creo que nunca se va a acabar», externó.
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