REDACCIÓN. Ni la pandemia del COVID-19 ha sido capaz de detener uno de los grandes males de Centroamérica, la migración ilegal, donde día con día miles de personas dejan atrás sus países que los vieron nacer para ir a buscar el famoso, pero peligroso «sueño americano».
En las últimas semanas, según medios internacionales, el flujo migratorito ha aumentado en la zona del Valle del Río Grande, cerca de Texas, Estados Unidos.
Ante la presencia de varios grupos migratorios, las autoridades estadounidenses no han tenido más alternativa que redoblar la seguridad en ese lugar.
Buscan un mejor futuro
El Gobierno está enviando más agentes para controlar el flujo de inmigrantes en ese lugar, donde en las últimas semanas han llegado cientos de familias y niños no acompañados que buscan ingresar a Estados Unidos, dijo la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
Con estas acciones, la CBP “busca disuadir e interrumpir las actividades de tráfico de personas por parte de organizaciones criminales transnacionales y garantizar que nuestro personal esté debidamente equipado para mantener la seguridad fronteriza”, agregó la agencia.
El pasado mes de febrero, según datos de las autoridades, hubo una avalancha de inmigrantes que cruzaron la frontera de manera ilegal.
Además, el pasado jueves, se reportó el hallazgo de más de 230 indocumentados, incluyendo a varios niños no acompañados, en varios operativos de la CBP.
El grupo fue hallado cerca de la ciudad de Mission y estaba compuesto principalmente por familias y niños oriundos de Centroamérica, enfatizó la agencia.
En otro operativo efectuado también la semana pasada, los agentes encontraron a 71 indocumentados dentro de una casa, en ese grupo se descubrió que 3 tres niños viajaban solos.
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Hondureños piden clemencia
Mientras la CBP realizaba el hallazgo de varios indocumentados. En el puerto de cruce de San Ysidro en Tijuana, México, un grupo de inmigrantes pedían clemencia al presidente de EE.UU.
Muchos de ellos, indocumentados también, portaban camisetas blancas con el nombre de Joe Biden escrito en ellas.
Entre la multitud había hondureños, uno ellos de nombre Fabricio García, quien junto a su pequeño hijo se arrodillaron y pidieron a las autoridades norteamericanas, que los dejaran pasar.
También había una niña llamada Dareli Matamoros, quien, con una pancarta, le pedía a Biden la dejara ingresar junto a su familia.
De acuerdo al jefe del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS), Ken Cuccinelli, en EUA viven un aproximado de 22,1 millones de indocumentados.
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