REDACCIÓN. ¿Tenemos un segundo cerebro en el estómago? Según la ciencia, sí. Se trata de un revestimiento nervioso ubicado dentro del aparato digestivo; capaz de aprender y memorizar el comportamiento que el organismo debe adoptar frente a cada tipo de alimento ingerido. Conoce más al respecto.
La digestión es algo bastante complicado, por lo cual, tiene sentido que haya una red de nervios que controle todo lo que se relaciona con esta función vital. Esta importante labor de monitoreo es llevada a cabo por el sistema nervioso entérico (SNE).
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¿Cómo está constituido el sistema digestivo?
El sistema nervioso entérico es una subdivisión del sistema nervioso autónomo. Este se ubica en las envolturas que recubren el intestino delgado, el colon, el esófago y el estómago. Este sistema local cuenta con alrededor de 100 mil neuronas distribuidas a lo largo de los 10 o 12 metros del aparato digestivo.
El SNE advierte principalmente sobre el hambre y la saciedad. Otras funciones a cargo de este «segundo cerebro en el estómago» son la mezcla de los alimentos, la coordinación de las contracciones musculares, y el mantenimiento del ambiente bioquímico necesario para que las enzimas hagan su trabajo con eficacia.
¿Qué tipo de neuronas se encuentran en el SNE?
El número de neuronas presentes en un intestino sano adulto se mantendrá estable a lo largo de la vida. Existen cuatro tipos de neuronas entéricas, cada una se encarga de realizar una función diferente. Estas neuronas son:
- Neuronas aferentes intrínsecas primarias: se ocupan de transportar al cerebro los impulsos nerviosos captados dentro de los órganos del aparato digestivo.
- Neuronas motoras: activan las capas musculares que le dan forma al tubo digestivo, a los vasos sanguíneos del estómago y a algunas glándulas.
- Interneuronas: células nerviosas que permiten la comunicación entre los dos tipos de neuronas menciones anteriormente.
- Neuronas intestinofugas: se encargan de avisarle al sistema nervioso central sobre cualquier cambio que se dé dentro de la actividad regular del intestino.
¿Ahora la frase “pensar con el estómago” tiene más sentido, no…?
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