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jueves, noviembre 21, 2024

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REDACCIÓN. El trabajo es beneficioso para la salud mental, pero un entorno laboral negativo puede causar problemas físicos y psíquicos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El agotamiento profesional, conocido también como «burnout» o «síndrome del trabajador quemado», ahora es considerado una enfermedad, ya que la OMS la agregó a su lista de padecimientos.

Aunque es difícil de creer, es un mal que se extiende entre los empleados. Son muchas las razones que origina este trastorno; sin embargo, la crisis y la nuevas formas de trabajo que surgen con la revolución tecnológica que se vive, lo acentuaron.

Investigación

El estudio «Percepción y hábitos de la población española en torno al estrés», elaborado por Cinfasalud el pasado año y avalado por la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), estimaba que el 60,3% de los trabajadores se sienten estresados por la carga de trabajo; el 27,2% por la relación con sus jefes o compañeros y el 25,1% ante el miedo de no estar a la altura de las expectativas.

Una sondeo de la OCU entre empleados de 25 a 64 años concluyó que hasta un 27% de ellos corría el riesgo de padecer burn out. «El estrés laboral está detrás del 49,2% de los trabajadores que acuden a los médicos de atención primaria y presentan altos niveles de ansiedad y psicomatización, con dolores de cabeza, intestinales, dermatitis…», aseguró Antonio Cano, presidente de la SEAS y catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Reveladora fue también la Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo (EWCS) de 2015, donde se exponía que el 30% de los trabajadores sufre estrés en sus labores «siempre o casi siempre».

La investigación alertaba de que se trata de «una magnitud que se ha incrementado en los últimos cinco años» y que «es un problema creciente». Algo en lo que seguro tiene mucho que ver las nuevas tecnologías. Según la encuesta citada, el 28,3% de los españoles declara que el uso de las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC) eleva su nivel de cansancio mental. El principal motivo: la imposibilidad de desconectar, las continuas llamadas, los Whatsapp y correos electrónicos fuera de horario laboral.

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Falta de leyes

Ante ese escenario, las compañías no están a la altura para afrontar la situación. En España, sólo el 7% de ellas han hecho los deberes a la hora de atender los riesgos psicosociales en su entorno laboral, según SEAS. «La ley de prevención de riesgos laborales es de hace 23 años y se ha desarrollado mucho más en factores de riesgos físicos. Las corporaciones llevan mucho retraso en la prevención de riesgos psicosociales», afirmó el catedrático.

«La mayor parte son empresas pequeñas donde el trabajador tiene que ser muy polivalente, hacer todo tipo de cosas, y las pymes no disponen de métodos que eliminen determinadas ineficiencias», contó Luis Pérez, director de Relaciones Institucionales de Randstad. Pero lo cierto es que las grandes corporaciones tampoco se libran de este mal. «La falta de capacidad de promoción, o de oportunidades, la presión continuada por obtener resultados, el control excesivo… también generan burn out», mencionó Pérez.

Para prevenirlo, hay un camino, coinciden los expertos. Un cambio en la cultura empresarial e implantar medidas que generen la satisfacción del empleado. «Debe facilitar la conciliación, flexibilidad horaria, teletrabajo…», opinó Pérez, hasta «dar formación a los trabajadores para su desempeño, a los jefes en la gestión de equipos, eliminar jornadas excesivas…». Y parece que no queda más remedio para hacer de las organizaciones, compañías del siglo XXI que cuiden de las personas.

España

El Real Decreto 1299/2006 regula el cuadro de enfermedades profesionales en el sistema de la Seguridad Social, que se va actualizando cada cierto tiempo. De momento el burn out no está incluido, «pero eso no significa que no tenga protección», aseguró Amparo Iglesias, abogada de Legálitas. 

El «síndrome del trabajador quemado» se reconoce bajo la figura de «accidente de trabajo impropio, que es toda aquella enfermedad derivada del desempeño del trabajo, pero que no está incluida en el real decreto», agregó. El problema es cuando la Seguridad Social, el empresario o la mutua de accidentes discrepan en que un empleado tiene ese trastorno como consecuencia de las labores.

Entonces «hay que acreditar ante el juzgado la relación directa entre esa dolencia y el trabajo. Y eso es lo más difícil», comentó Iglesias. Si un juez reconoce el burn out como contingencia profesional tiene sus consecuencias económicas. El trabajador podrá recibir mayor cuantía por la prestación de incapacidad, o percibir un seguro o indemnización regulado en convenido. La compañía puede enfrentarse a sanciones de la inspección de labor.

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