SAN PEDRO SULA, HONDURAS. Eran pasadas las 5 de la tarde del martes 17 de noviembre cuando un en vivo desde la colonia Canaán alertó al Valle de Sula: el río Chamelecón se había desbordado y en cuestión de segundos, el agua llegó a los tobillos de los residentes a la orilla de los bordos.
Con una furia inigualable, durante Iota, el Chamelecón nuevamente hizo de las suyas al arrasar con todo a su paso. La colonia San Jorge es uno de los mejores testigos.
Conocida también como el sector «La Playita», esta colonia ubicada a orillas del río prácticamente se marchó con las embravecidas aguas. Pocos bloques quedaron en pie, y los que pudieron salvarse, están cubiertos de un lodo fétido.
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Cuando los ciudadanos vieron el agua entrar a su colonia, con nostalgia, dejaron sus viviendas, otros corrieron el riesgo de quedarse en los techos. Ahora las tormentas han pasado y el sol salió de nuevo pero nada es igual.
Los daños son evidentes, muchas viviendas quedaron destruidas, llenas de lodo, entre escombros y árboles caídos. Esto, genera nostalgia en muchos residentes, que no soportan el dolor y rompen en llanto.
Varias imágenes han circulado del conocido sector de «La Playita». El lugar está completamente solitario y la mayoría de hogares sin techo, con paredes caídas. La inundación llegó a tal punto que algunas viviendas ni siquiera eran visibles.
El lugar quedó desértico, mientras en algunas partes aún tiene agua de las inundaciones. Ante ello, muchos pobladores regresaron para limpiar sus viviendas, sin imaginarse, que las encontraron en ruina total.
Para los pobladores es casi imposible ver las imágenes de su colonia y no sentir melancolía. En ese sector, muchas familias, con mucho esfuerzo, se hicieron de su hogar y ahora les toca comenzar de cero.
La devastación se observa desde la entrada en la colonia, las casas que en primeras instancias tenían un color verde o rosa, ahora se tiñen del marrón del lodillo. Las calles o pasajes que anteriormente recorrían han quedado intransitables.
Ingresar a «La Playita» ahora solo es posible con botas. Hay un panorama desalentador pero los vecinos siguen unidos. Además, con la esperanza de que, pese a la catástrofe, algún día van a levantarse de nuevo.
Indiscutiblemente, el antes y después en las zonas afectadas como la colonia San Jorge hacen caer a la realidad del daño que han sufrido los hondureños con el paso de Eta e Iota.
Créditos de fotografías: Ulises Santos
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