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viernes, noviembre 22, 2024

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HONDURAS. La persona tenía su rostro inclinado en señal de tristeza, sentimiento que se confirmaba con las lágrimas que derramaban de sus ojos, le rodeaba un marco de escenas violentas, dejando en evidencia el porqué de su quebrantamiento.

La silueta era de un ser humano, pero realmente se trataba de una representación de una nación. Era Honduras, en el corazón de Centroamérica. Así dibujó un joven artista la dura realidad que percibía.

Fue allá en 2014 que Gabriel Galindo tomó su lápiz y plasmó esa obra, ya que en su colegio se abrió un concurso para seleccionar el mejor dibujo sobre lo que vivía el país en ese momento.

El joven -que ahora tiene 20 años- no ganó. Sin embargo, sí fue seleccionado entre los mejores y fue allí que descubrió que tenía talento para darle una nueva vida (en papel) a lo que veía.

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Un «cipote» de mano inquieta

Nacido en Tegucigalpa y acogido por la colonia Villanueva, recuerda que fue un niño tranquilo y tímido. Creció también identificado con una vasta mayoría, pues no soltaba el baloncito en la cancha de fut.

Sin embargo, también tenía una contraparte. «Con otra gente era tranquilo, pero en la casa…bueno, todavía a mi edad me dicen que parezco güirro que no puedo estar quieto. Tengo que estar haciendo algo», dijo a TIEMPO.

Seguido, relató que, en aquel momento, dibujar era su desahogo. Aunque, reconoce que antes del mencionado concurso lo hacía solo ocasionalmente; si tenía alguna idea, la dejaba pintada en una libreta y no le importaba más.

Desarrollo de su don

Con el descubrimiento que hizo en el concurso, además de cursar la clase de apreciación artística en segundo de carrera, asegura que comenzó a interesarse más en el área, a la que sus manos se adaptan con demasiada facilidad.

Llegó al grado de matricularse en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Y, aunque en su momento quiso abandonar el arte porque sentía que estaba estancado, ahora, con solo unos años de experiencia, ha masterizado su técnica; es un retratista de primera nivel cuyas obras dejan extasiado a cualquiera.

Él dejó claro que no considera que dibujar sea intentar imitar una cámara, sino que «es contar una historia, una historia humana«. Describió que un retrato por sí solo puede expresar mucho sobre quien allí aparece.

Aunque considera que sí tiene talento para lo que hace, subrayó que el trabajo influye -en demasía- en el arte. «Podés ser muy talentoso, pero si no practicás, no llegarás lejos», aseveró.

Proceso creativo

Galindo asegura que su inspiración la obtiene justo cuando está trabajando; si no toma el lápiz e inicia a hacer trazos, no estará inspirado, afirma.

«Primero agarro el papel y no quiero dibujar, pero a los 10 minutos ya no quiero parar. No importa si es la 1:00 o las 2:00 de la mañana; en realidad es hasta que el cuerpo ya no aguanta que paro de hacerlo», expresó.

Gabriel ha retrado varias estrellas de bandas de rock. Considera que el legado que dejan es impresionante.

Además, compartió de su conocimiento. Detalló que primero pide una fotografía a la persona. Después, con la imagen en mano, toma su papel y lo divide en tres filas y tres columnas.

Apuntó que el propósito de la segmentación es buscar la simetría perfecta de cada rostro. «Un ojo arriba del otro ya no es realismo«, acotó.

Completada la primera fase, lo que hace es colocar carboncillo a la parte de atrás de la página y se pasa al papel especial de dibujo, ya que ahí ya no puede quitar líneas o hacer algún borrón.

Asimismo, dijo que es capaz de hacer sus retratos solo con mirar a la persona; sin embargo, prefiere pedirle la imagen a su modelo pues considera que alcanzar un nivel cúspide de excelencia requiere bastante tiempo.

Una meta más

Pero, ¿por qué trabaja con lápiz? El joven reconoció que otros artistas utilizan otros materiales para alcanzar el realismo, pero él usa esa herramienta porque siente que tomará «mayor soltura» para un próximo proyecto.

En el futuro, Galindo tiene en mente tomar el conocimiento que ya tiene y convertirse en un experto en realización de tatuajes. «No es que quiero, voy a ser un tatuador«, dijo con convicción.

Gabriel Galindo se describe a sí mismo como una persona tranquila que le gusta jugar fútbol e ir al gimnasio. Asegura que una vez presenció un asesinato.

¿Futuro redactor? 

Aparte de dibujante y tatuador en potencia, el entrevistado estudia periodismo. Es algo que trae en la sangre, pues varios familiares suyos son comunicadores. Uno de ellos es Jorge Galindo, portavoz de la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC).

El retratista acude a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) en el campus capitalino. «Me gusta el poder que hay en el trabajo de la prensa», manifestó, aunque admitió que estuvo cerca de tirar la toalla.

«En su momento pensé que no quería seguir, pero, al llevar unas clases más, me di cuenta de que escribir es realmente un arte», dijo, refiriéndose en específico a la prensa escrita, especialidad de este diario.

«Me gusta el arte, la pintura, el dibujo y la música. Entonces, ¿por qué no escribir?«, insistió Galindo.

Por ese lado fue que historió que quiso ser músico. Tenía la voluntad de ser un músico como su papá y hermano; no obstante, una prueba fallida lo alejó de convertirse en profesional de esa área. Aún así, aprendió a tocar guitarra «a puros tutoriales» y disfruta escuchar música o ejecutarla por sí mismo.

Empero, asevera que el sueño de seguir la dinastía familiar con el instrumento de cuerdas ya se apagó. «Lo que me gusta hacer ahora es dibujar y me gustaría vivir de ello«, declaró, puntualizando que quiere brillar llegando a más personas, ofreciéndoles un doble, pero en papel.


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