CORTÉS, HONDURAS. Hace 12 meses anduvo arriesgando su vida para salvar a miles de damnificados en el Valle de Sula, hoy, superadas las afectaciones provocadas por los huracanes Eta e Iota, el subcomisario de la Policía Christian Manuel Nolasco recuerda con nostalgia las hazañas por las que fue nombrado públicamente como héroe nacional.
El también jefe de la Dirección Policial de Investigaciones (DPI) conversó de nuevo con Diario Tiempo sobre los rescates que hizo mientras la zona norte de Honduras estaba inundada, pero, esta vez, dio a conocer cuáles son los que más recuerda y por qué, una plática llena de emotividad.
Nolasco es uno de los oficiales más destacados en San Pedro Sula y alrededores, no sólo porque aparece en medios de comunicación dando declaraciones sobre las operaciones de la institución, sino también su amplio curriculum académico, con tres maestrías y dos doctorados.
Con 39 años de edad y 21 de carrera policial, siendo esposo y padre de familia, Nolasco mostró su vocación para servir, priorizando el bienestar de los damnificados y no su seguridad, sacrificando sus vacaciones y exponiéndose a las inclemencias del clima, pese a que hubo muchos que le pedían que mejor desistiera.
El oficial de Policía rescató a unas 1,000 personas que estaban atrapadas en los techos de sus casas, pero, si bien fueron muchas acciones memorables, todas importantes y exitosas, hay tres que él recuerda con especial cariño.
El rescate del perro «Wifi»
Uno de esos rescates tiene detrás una historia un tanto jocosa, de hecho, él la contó entre risas, y es que sí, un relato que involucra a un perrito que se llama ‘Wifi’ tiene todas las papeletas para ser de comedia.
Fue en Asentamientos Humanos, San Pedro Sula, en donde Nolasco anduvo verificando que ya no hubieran personas atrapadas, pero al fondo de esa comunidad, vio a un ciudadano deshidratado y hambriento en compañía de un canino sobre el zinc de una vivienda.
«Era de noche y el señor no se quería salir si no era con el perro. Decía que ‘estaba en contacto con su familia’ y que iba a morir en su casa. Al final, con pura Psicología lo pude convencer, pero me dijo que se venía si también nos llevábamos al perro. Lo subí a la lancha y lo sacamos de ahí y nos trajimos al mentado ‘Wifi'», rememoró Nolasco.
Pero lo hace que el jefe de la DPI recuerde tanto ese rescate es la revelación que el hombre le hizo mientras navegaban por las calles inundadas. «¡El perro ni siquiera era de él, sino que lo había rescatado al perro para que le hiciera compañía», comentó.
Un poco confundido al ver el apego que el señor tenía con el canino, decidió preguntarle por qué lo había nombrado «Wifi», y «me dijo que el su sector ‘no había señal de nada’ para hacer llamadas y comunicarse con su familia». El hombre pensó en lo útil que le sería hallar una red de Wi-Fi, pero lo único que encontró fue a un cachorro nadando en la corriente, «y así escogió el nombre«.
Una mujer que no se quería salvar
Otro rescate que marcó a Nolasco fue el de una mujer, quizás viuda, que por alguna razón decidía ir hacia su casa cuando ya había sido puesta a salvo. La pobre dama se aferraba a su humilde casa y temía irse no volver a encontrarla de pie.
«Esa señora me conmovió, porque, digamos, parecía que buscaba el peligro. Yo ya la había dejado en una posta de la Rivera Hernández, me fui a hacer otro rescate y cuando yo venía con más personas, resulta que la mujer iba de regreso por donde estaba la corriente», rememoró.
«La volví a sacar y le dije ‘señora, por favor, quédese allá, no regrese acá’, pero ella lo intentó varias veces más. En la última ocasión, resulta que la corriente se la estaba llevando, entonces yo me le abalancé junto a otro oficial y no sabía quién iba a morir, si ella o yo», agregó.
Padres molestos porque «perdió» a un niño
Y el tercer rescate que más recuerda el subcomisario Nolasco fue uno que le hizo sentir bastante preocupación, por lo menos durante varios momentos. A la hora de salvar a personas, por protocolo se deba prioridad a los menores de edad, y en un segundo viaje, se continuaba con los adultos, incluidos padres de los niños rescatados primero.
«Se había perdido un niño y eso sí me impactó, pero, o sea, nosotros ya lo habíamos rescatado de un techo, pero sin sus papás, porque no los encontrábamos. Después salvamos a los padres, pero no lográbamos que se reencontraran con su hijo», recordó.
El pequeño había sino trasladado por otros rescatistas a un refugio en donde le dieron atención médica y alimentación, pero de tantos refugios que había, el subcomisario Nolasco no lograba averiguar a cuál de todos estaba el menor.
«(…) entonces, los papás diciéndome ‘por usted se nos perdió el niño. ¿Dónde lo tiene?’. Pero yo nunca les di desesperanza. Anduve por todo San Pedro Sula, en los albergues, hasta que lo encontramos. ¡Fue gran rollo ese!», dijo.
¿Qué enseñanza le dejaron Eta e Iota?
Cuando era pequeño, el subcomisario Nolasco sufrió, junto a su familia, dos pérdidas de hogar. Él vivía en una zona remota de San Marcos de Colón, Choluteca, y un incendió lo dejó sin casa junto a toda su familia, y pocos años más tarde, una inundación hizo exactamente lo mismo, de modo que fueron dos veces las que prácticamente quedó en la calle.
Con esos tristes momentos aún rondando en su mente, Nolasco conocía y entendía el dolor que las miles de familias afectadas estaban atravesando, lo cual fue también un impulso que tuvo para ir a ayudar.
Pero, con la llegada de Eta e Iota, esta vez siendo héroe y no damnificado, reafirmó que lo primordial es la vida, y si bien lo material es difícil de recuperar, es mejor tener un nuevo comienzo al lado de la familia.
«A veces podemos ser muy materialistas. Hubo personas que perdieron todo de la noche a la mañana, pero me quedó claro que lo más bonito es tener fe, esperanza, que Dios va a estar con uno en todo momento», cerró.
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