Esta flecha plateada conoce bien las carreteras lucenses y ahora rueda por el sur de Galicia. No es fácil ver un coche así fuera de boxes y ni habitual conocer a alguien con un Clio V6 que ni es cómodo, ni amplio, ni era barato pues a principios de siglo había que dejarse 6,5 millones de pesetas, mínimo, para hacerse con uno.
Solo valía para divertirse pero ni hoy las mascarillas pueden borrar la sonrisa del propietario que de tarde en tarde acelera el suyo. Es el caso de Valentín Hermida, que disfruta con todo lo que lleve ruedas, sobre todo las bicis más rácing y lleva años paladeando aparatos como el Mitsubishi EVO VI, Citroën Saxo 16V, Renault Clio Sport, Audi S3, varios BMW M3 o el Alfa Romeo 147 GTA. El Clio 16 válvulas fue su primer coche, al poco de sacarse el carné.
El Clio V6, compacto bastante radical, lo construyeron alrededor del motor atmosférico de los Laguna y Espace pero en otra posición: transversal y central, allí donde normalmente van los asientos traseros del Clio. Con tracción trasera, por supuesto. Sin apenas maletero, obviamente. Con bastante más rueda y frenos ventilados que sus hermanos. Exclusivo, como son los buenos deportivos. «Lo mejor es la magia al conducirlo, es muy ortopédico», dice Hermida.
Competidor
Es uno de esos vehículos reforzado por todas partes para asumir la potencia del motor, con reacciones exigentes que necesitan experiencia y buenas manos, sobre todo en mojado. «Es como un sueño que tenía desde los 16 años y tan corto entre ejes que a la mínima ya lo tienes girado en el otro sentido», explica este tudense.
Al estar pensado para competir en las copas, Renault lo basó en el Clio Trophy pero delegando la preparación en TWR, cuya ingeniería está detrás de los Saab 9-3 Viggen y ha sobrevolado distintas competiciones desarrollando bólidos para Jaguar en Le Mans o los Arrow y Benetton de Fórmula 1. En este caso se trataba de seguir la tradición de los R-5 Turbo 2 culo gordo que por entonces eran ya mitos de las carreras, con la segunda generación del Clio.
Todo nuevo
Algo se parecía, para homologarlo, este V6, pero era prácticamente todo nuevo, desde la caja de cambio al motor pues al original de 190 CV se le cambió la gestión electrónica, aumentando la compresión y reemplazando los pistones, colectores de admisión y escape. El interior es muy espartano pero por fuera destacan mucho las tomas de aire en las aletas traseras, la derecha para ventilar el motor y la izquierda que lo manda a la admisión.
La robustez de la estabilizadora y el chasis, lo corto entre ejes o sus vías anchas, también saltan a la vista, mano de TWR. Algo cepo al girar y con un radio muy amplio, quien lo entiende destaca el extraordinario agarre de los neumáticos súper anchos (235/45) que reciben la potencia propulsora en el Clio V6. Se montaba en Suecia y en la Fase 2 (que ya pasó a ser responsabilidad de Alpine) la potencia subió a 255 CV. También lo hicieron mucho más eficaz, aunque quizás no tanto como el posterior Megane RS 275 Trophy R.
Su sonido, desde los dos escapes centrales, encandila, y la diversión está a la altura de roadsters de mucho nombre. El Clio V6 ha quedado como coche de colección y para revisitar como clásico.
Nota para nuestros lectores:
? Suscríbete gratis a más información en nuestro WhatsApp. Haga clic en el enlace: https://bit.ly/2Z2UF3j.