SAN PEDRO SULA. La transición entre la luz roja y la verde en un semáforo se hace eterna en SPS, aun más cuando decenas de ciudadanos han sido presas de los criminales que esperan al acecho por su próximo víctima.
Desde hace unos meses, los sampedranos han reportado el peligro latente en las calles y avenidas principales de la ciudad. Aunque se ha tratado de alertar a las familias a través de medios de comunicación, la labor no ha sido suficiente.
El modus operandi de estas bandas criminales es similar. Algunos esperan con cautela por su próxima víctima en un tramo poco iluminado y aislado para no ser detectados. Asimismo, otros llegan en vehículo, aprovechando las calles solas.
Una cosa sí es cierta: estos sujetos esperan que el semáforo esté en rojo y en lo que los sampedranos esperan la luz verde, los asaltan o secuestran.
Con apenas 20 años de edad, una sampedrana y su madre fueron víctimas de estos criminales y decidieron relatar lo que ocurrió para impedir que más personas pasen por una escena así. Sus nombres no serán revelados por seguridad.
La joven decidió publicar el relato en su página personal de Facebook y ya cuenta con gran cantidad de reacciones, compartidos y comentarios. A continuación la publicación íntegra:
Relato de víctima de secuestro exprés
«Primero, agradezco por estar viva porque el episodio de anoche fue lo suficientemente peligroso y no miraba cómo mi mamá y yo saldríamos ilesas. Gracias a todas las personas que han estado pendientes y con sus palabras de apoyo y ánimo están con nosotras en estos momentos difíciles.
Voy a contar qué pasó y cómo, no porque quiera hacerme la víctima pero créanme, no quisiera que nadie más pase por lo mismo.
A las 7:40 p.m. salí de la universidad y como es usual, mi mamá fue a recogerme. Todo estaba normal y platicábamos de asuntos relacionados a la universidad. Cuando bajamos la Avenida Circunvalación y llegamos a la Avenida Juan Pablo Segundo, justo frente a la farmacia Kielsa, el semáforo estaba en rojo y durante la espera de la luz verde, un hombre se acercó a nuestro carro (íbamos con los vidrios delanteros abiertos hasta la mitad).
«Hey, soy de la DPI, quedate quieta», no dijo este sujeto. Se agarró el arma que andaba en la cintura y ahí supe que la cuestión era seria. Mi mamá rápidamente se puso nerviosa y quiso buscar la manera de huir pero fue imposible porque teníamos carro atrás, adelante y al lado. El hombre, con tono amenazante y su distintiva agresividad, se dirigió a mi madre y le dijo que solo le teníamos que dar jalón y si le hacíamos un cuadro, nos daría un «cachimbazo». Nos pidió que abriéramos la puerta trasera, sosteniendo su arma, y pues no tuvimos opción.
Cuando se estaba subiendo, yo solo miré a mi mamá que era un manojo de nervios y traté de calmarla. El hombre dijo: «venite maje». Tenía un cómplice que estaba escondido por unos árboles a la orilla de la avenida. Al subirse nos gritaron que subiéramos los vidrios y que les entregáramos todo lo de valor. Les dimos teléfonos, billeteras, tarjetas, TODO. Las preguntas empezaron y eran dirigidas a mi mamá: «Si me haces un cuadro te doy un tiro. ¿Queres poner en riesgo la vida de tu hijita?», le dijo. Mi mamá respondió que no y siguió conduciendo, siguiendo sus instrucciones.
Justamente vimos una patrulla y nos amenazaron de matarnos si los agentes se acercaban (algo que nosotras no podíamos controlar). Nos ordenaron meternos por calles en contravía y completamente oscuras y solas. Siempre trataba de calmar a mi mamá y pedirle que hiciera lo que pedían. Yo tenía tanto miedo pero si perdía la compostura, nos iban a matar a las dos. Cuando vieron mi tarjeta de débito, nos obligaron a ir hacia un cajero automático de Banco de Occidente, justamente al de la primera calle.
El sujeto agresivo se bajó conmigo y el tipo tranquilo se quedó en el carro con mi mamá. Nunca había agradecido tanto a Dios por algo. Sabía que sí el hombre a cargo iba conmigo, podía manejar la situación e impedir que mi mamá estuviera en riesgo. Entramos y él se puso atrás de mí amenazándome con el arma pero no se percató que habían cámaras dentro y sé que su rostro fue captado. Estaba furioso porque me ordenó sacar Lps. 5,000 por retiro pero el cajero no aceptaba más de Lps. 3,000. Trataba de explicarle pero entre los efectos de la droga, no entendía y se enfurecía más.
Sé que tuvo la intención de violarme. Adentro me preguntó: «si te pongo a elegir, te violo o te mato, ¿qué elegís?». Con miedo, guardé silencio y justo, dos ciudadanos comunes llegaron al cajero, esperando que saliéramos para retirar dinero. ¡ESO ME SALVÓ!
Mientras mi mamá estaba con el otro tipo, este era más tranquilo y tenía unos 19 o 20 años. Al parecer estaba bastante nervioso, según lo que le dijo a mi mamá. Le pidió que no provocara al hombre que estaba conmigo porque no iba a dudar en dispararle. Estuvimos más de media hora con estos dos tipos y se hizo una eternidad.
Cuando salimos del cajero, los dos jóvenes afuera notaron que algo estaba mal y me preguntaron: «¿señorita, está bien?» pero no pude responder y entré al carro. Amenazante, el hombre que estaba conmigo estuvo a punto de sacarse el arma para dispararles por meterse en algo que «no era de su incumbencia». Dentro del carro, el otro muchacho ya estaba listo para matar a alguno de ellos si actuaban.
Nos dejaron sin un peso. Se llevaron mis ahorros, dinero de mi mamá, nuestros teléfonos y nuestra paz. Nos obligaron a dejarlos en la Plaza Santa Mónica y fuimos a la 105 Brigada a poner la denuncia a FUSINA.
No nos llevaron el carro pero sí estaban esperando a alguien que los fuese a recoger, un tal «Dennis», que andaba en otro vehículo asaltando. Según lo que escuché, anoche iban para Copán. Estoy eternamente agradecida con los agentes de la 105 que se portaron a la altura y nos apoyaron en todo. Asimismo, con los agentes de la Policía Nacional del sector Satélite que nos acompañaron hasta el lugar para buscar a los tipos y nos ofrecieron su ayuda ante cualquier situación.
Fue una noche de locos, no pude dormir. El miedo me impedía cerrar los ojos en paz. Realmente no deseo que nadie pase por esto y lo que más puedo recomendarles es no andar los vidrios abajo. Ellos tuvieron la oportunidad porque nosotras fuimos descuidadas con ese detalle y pudieron ver que éramos dos mujeres.
Hoy pondré la denuncia y espero que ambos sean capturados para que dejen de hacer daño a las personas. ¡Gracias a todos por el apoyo! San Pedro Sula es una ciudad muy peligrosa, siempre tengan cuidado en las calles.»
Múltiples reportes de robo en semáforos
Hace unos días, otro ciudadano reportó un hecho similar del que pudo escapar de milagro. Las recomendaciones de las víctimas de estos incidentes son transitar por las calles de la capital industrial con precaución.
Además, piden a los sampedranos que sus vidrios estén polarizados y no los manejen abiertos. En caso de ser interceptado por estos sujetos, busque la forma de huir. Usualmente piden sus cosas de valor y obligan a retirar dinero de las tarjetas.
«Las calles de SPS son peligrosas. No sé cómo mi mamá y yo pudimos salir ilesas pero estamos realmente agradecidas. La única razón por la que divulgué lo qué pasó, es porque no quisiera ver a otras personas afectadas», expresó la víctima.
La denuncia del acontecimiento fue puesta ante las autoridades correspondientes, según comentaron. Asimismo, esperan que en los próximos días logren identificar a los responsables y puedan capturarlos.