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jueves, noviembre 21, 2024

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REDACCIÓN. Hasta hace un par de décadas, hablar sobre la relación entre la piel y las emociones era una cuestión muy aventurada. Hoy, sin embargo, sabemos que dicha relación existe. Las investigaciones al respecto han dado como resultado el nacimiento de una nueva área de estudio: la psicodermatología.

La psicodermatología es una disciplina muy bien definida que estudia la relación entre la piel y la mente. A grandes rasgos, divide los trastornos en tres categorías: psicofisiológicos, psiquiátricos primarios y psiquiátricos secundarios.

A continuación te hablamos un poco al respecto y te enseñamos por qué es importante controlar las emociones si quieres cuidar el aspecto de tu piel.

¿Cuál es la relación entre la piel y las emociones?

Antes de empezar nuestra explicación acerca de la relación entre la piel y las emociones, primero debemos aclarar las categorías que hemos expuesto al inicio. Por trastornos psicofisiológicos se entienden los problemas de la piel que empeoran o reaccionan frente a estados emocionales. La psoriasis es el mejor ejemplo (aunque no el único).

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Los trastorno psiquiátricos primarios son condiciones psiquiátricas diagnosticadas que se trasladan a afecciones cutáneas; la mayoría de ellas autoinducidas. Por ejemplo, la tricotilomanía.

Por último, los trastornos psiquiátricos secundarios se relacionan con episodios que desarrollan baja autoestima o fobia social. Un ejemplo de ello es el acné quístico.

En este sentido, las afecciones de la piel pueden empeorar o desarrollarse por condiciones emocionales, pero también pueden provocar alteraciones mentales como consecuencia. Es decir, la relación es bidireccional. Cuanto mayor sea el problema, mayores consecuencias físicas o psicológicas habrá.

Con base en la evidencia, te exponemos algunas condiciones que dan cuenta sobre la relación entre la piel y las emociones.

Psoriasis

Tal y como indican los investigadores, un alto porcentaje de las exacerbaciones o episodios de psoriasis se relacionan con influencias psicológicas. El estrés es la situación más importante, además de condicionar el abordaje que se elige para detener el curso de la enfermedad.

La relación entre el estrés y la psoriasis es muy paradójica, ya que este se puede desencadenar como consecuencia de padecer la enfermedad. Al hacerlo, la empeora, lo que crea un círculo vicioso difícil de detener. Los expertos están de acuerdo que la mayoría de los diagnósticos de esta afección antes de los 40 años se relacionan de manera directa con el estrés.

Dermatitis atópica

La dermatitis atópica es un trastorno que provoca enrojecimiento de la piel. Su relación con el estrés es algo que han demostrado diversos estudios, de modo que entre las alternativas de tratamiento se usa también la psicoterapia.

De hecho, existe evidencia contundente de que algunas técnicas de psicoterapia, como la terapia cognitivo-conductual, la biorretroalimentación y la psicoterapia dinámica breve, tienen buenos resultados en su control.

No es infrecuente que en los pacientes adultos, en especial cuando se trata de episodios extremos, se utilicen antidepresivos como complemento a la terapia principal. Esta es otra de las razones que demuestra la estrecha relación entre la piel y las emociones.

Hiperhidrosis

La hiperhidrosis es una condición en la que los pacientes experimentan sudoración excesiva. Con frecuencia se asocia al ejercicio o al aumento de la temperatura, pero los estudios y las investigaciones han demostrado que también se puede desencadenar por estrés o ansiedad.

Como es de esperar, las personas desarrollan diferentes secuelas emocionales. Fobia social y baja autoestima se cuentan entre las principales. Dado que también puede generar ansiedad, y que esta a su vez empeora la condición, se crea un círculo vicioso idéntico al que hemos expuesto con la psoriasis.

Urticaria

Otro de los mejores ejemplos de la relación entre la piel y las emociones lo encontramos en la urticaria. Más de la mitad de los episodios de este tipo no tienen una aparente explicación, de manera que algunos expertos sugieren que el estrés tiene un papel protagónico. En promedio, hasta un 50 % de los pacientes con urticaria conviven con situaciones estresantes.

Pero no solo se puede desencadenar frente a estímulos del presente. Algunas personas, al enfrentarse a recuerdos o estímulos que le evoquen un abuso o una situación traumática del pasado, también pueden desarrollar esta condición cutánea. Es por eso que el acompañamiento psicológico puede ser un gran aliado durante el tratamiento.

Por supuesto, podemos seguir enumerando enfermedades y trastornos que dan cuenta de la relación entre la piel y las emociones. Para que estés al tanto de ellas de manera general, te las apuntamos en la siguiente lista:

  • Acné excoriée.
  • Alopecia areata.
  • Virus del herpes simple y virus del papiloma humano que se pueden reactivar por cambios emocionales.
  • Dermatitis artefacta.
  • Delirios de parasitosis.
  • Excoriaciones neuróticas.
  • Prurito psicógeno.
  • Vitíligo (existen indicios al respecto).

También existen los denominados trastornos sensoriales cutáneos. Este término incluye a una decena de condiciones de la piel que no se pueden acoplar a un diagnóstico preciso.

Aunque su naturaleza es en parte desconocida, expertos indican que la ansiedad o la depresión pueden ser la etiología de algunos casos. Ardor, picazón en el cuero cabelludo, escozor en la piel y prurito son algunos ejemplos.

Otros ejemplos de la relación entre la piel y las emociones

Aunque las enfermedades y los trastornos cutáneos son el mejor ejemplo de la relación entre la piel y las emociones, por supuesto que esta se manifiesta de otras formas. Con frecuencia, las reacciones se deben a un mecanismo de defensa; uno que pretende prepararte o alertarte del peligro.

Veamos algunos ejemplos de ello:
  • Miedo: cuando sientes miedo, tu piel reacciona frente a este estímulo emocional. Una de las consecuencias más conocidas es la llamada piel de gallina. Esto sucede para parecer más amenazante y para percibir mejor el entorno. También te puede dar escalofríos y sudoración.
  • Vergüenza: cuando te expones a una situación que te produce vergüenza, tu piel reacciona de diferentes maneras. Una de ellas es a través de una parálisis parcial, aunque la más común en el rubor facial. Se debe a un aumento del flujo sanguíneo debajo de la piel como consecuencia de la alteración emocional.
  • Alegría: la alegría es una de las emociones más fuertes, de manera que es natural que repercuta en tu órgano más grande. En una situación alegre, tu piel libera tensión, lo que permite que se estire de forma parcial. Su color cambia al haber mayor flujo sanguíneo y obtiene una apariencia más lozana.

Estos son algunos ejemplos de cómo las emociones afectan la apariencia de tu piel. Por supuesto, las reacciones se pueden desencadenar por diferentes emociones, de manera que no existe una sola para cada tipo.

Estar al tanto de esta relación es de gran importancia para evitar que los cambios emocionales bruscos afecten de manera negativa la apariencia cutánea. A su vez, ayuda a los pacientes con patologías dermatológicas a controlar la ansiedad y la fobia social.

Fuente: Mejor con Salud.


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