TEGUCIGALPA, HONDURAS. Durante una sesión realizada ayer en el Congreso Nacional, el diputado del partido Libertad y Refundación (LIBRE), Ramón Enrique Barrios, presentó un proyecto que busca eliminar el uso obligatorio de las mascarillas en Honduras.
El parlamentario argumentó que este proyecto se presenta debido a que los contagios del COVID-19 en Honduras han disminuido. Apuntó que se debe a la cobertura de las jornadas de vacunación en todo el país y las medidas de bioseguridad implementadas.
La iniciativa la presentó la resaltando los aspectos positivos y negativos que tiene el uso de las mascarillas.
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Efectos de negativos del uso de mascarilla
El parlamentario explicó que ya en Honduras los contagios de COVID-19 han disminuido, por lo que es hora de ir avanzando y dejar atrás ciertos métodos de bioseguridad.
Reconoció que el uso de las mascarillas fue de mucha ayuda para evitar que las personas se contagiaran.
Expuso que con este instrumento se logró salvar muchas vidas. No obstante, evidenció que tras usarlas casi dos años, los efectos secundarios están pasando factura.
Manifestó que hay personas que sienten fatiga y cansancio por usar mascarillas, lo que provoca que se agoten más rápido.
De igual forma sostuvo que hay casos donde la mascarilla causa trastornos metales y problemas faciales.
«El uso constante y prolongado de las mascarillas ha provocado números efectos negativos, entre ellos ansiedad y la sensación de ahogamiento, provocando frustración en menores y adultos con problemas respiratorios. Por lo tanto, es necesario la derogación de este decreto legislativo», agregó el diputado.
En ese sentido, afirmó que es necesario que se derogue el decreto que dicta su uso obligatorio en el país.
Finalmente, el congresista aclaró que esta medida no tendría perjuicio alguno si la población considera seguir haciendo uso de la mascarilla «como una medida de bioseguridad y responsabilidad personal».
Pandemia en Honduras
En Honduras, con una población de 9,5 millones de habitantes, se aplicaron más de unas 14,5 millones de vacunas contra el virus respiratorio.
Se suman cerca de 3 millones correspondientes a la primera y segunda dosis de «refuerzo», más conocidas como la tercera y cuarta vacuna, la última aplicada principalmente a los mayores de 60 años, según fuentes oficiales.
Las autoridades sanitarias hondureñas siguen haciendo llamamientos a la población a que se vacune contra la COVID-19.