La acatisia es un síndrome que provoca una necesidad incontenible de moverse. Las personas afectadas solo encuentran algo de alivio si están en continuo movimiento. Si se quedan quietas, experimentan un profundo malestar.
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Lo más habitual es que sea un efecto secundario de algún fármaco, en especial de los antipsicóticos. Se estima que hasta un tercio de las personas que toman este tipo de medicamentos de forma regular presentan el síndrome.
Se cree que la acatisia está subdiagnosticada, ya que muchas veces los síntomas se pasan por alto. Esto lleva a que no se retire el fármaco causante de la reacción.
¿Qué es la acatisia?
La acatisia se define como un trastorno del movimiento que se caracteriza por una gran dificultad para permanecer quieto, acompañada de una sensación subjetiva de inquietud. Si la persona no se mueve, experimenta angustia o la sensación de picor, por ejemplo.
Este síndrome afecta la calidad de vida de una manera notoria. Se le ha asociado con conductas agresivas e incluso con un mayor riesgo de suicidio.
En los adultos mayores es un factor de riesgo para sufrir caídas. Se estima que la acatisia está presente entre el 20 y el 75 % de las personas que ingieren antipsicóticos.
Dependiendo del momento en el que se presenta la afección, puede ser de diferentes tipos:
- Aguda: surge poco después de comenzar a tomar un medicamento y dura menos de 6 meses.
- Crónica: cuando dura más de 6 meses.
- Tardía: aparece meses o años después de haber comenzado a tomar el medicamento en cuestión.
- Por abstinencia: se presenta durante las 6 semanas posteriores al abandono de un medicamento.
La acatisia a veces se confunde con otro trastorno llamado discinesia tardía. Esta última también es un efecto secundario de los antipsicóticos.
La diferencia entre una y la otra está en que, en la discinesia, la persona no es consciente de que se está moviendo. En la acatisia sí.
Síntomas y diagnóstico
El principal síntoma de la acatisia es el deseo de movimiento constante y la incapacidad de quedarse quieto. Esto afecta el tronco, las manos, los brazos y las piernas; en especial a estas últimas. Por eso, a veces se confunde con el síndrome de las piernas inquietas.
Otros síntomas son los siguientes:
- Náuseas.
- Agresividad y agitación.
- Depresión y ansiedad.
- Dificultades para dormir.
- Sensación de inquietud y malestar mental.
- Pérdida de apetito y, a veces, pérdida de peso.
- En casos graves, pensamientos o comportamientos suicidas.
- Realización de movimientos repetitivos. Puede ser mecerse, arrastrar los pies, columpiarse.
El diagnóstico se realiza con base en la historia clínica y un examen físico. El médico indagará por los fármacos que la persona está tomando.
Asimismo, observará los movimientos y las reacciones al quedarse quieto. Es posible que emplee un instrumento de evaluación llamado Escala de calificación de acatisia de Barnes.
En algunos casos, se llevan a cabo pruebas adicionales para descartar problemas similares:
- Manía
- Psicosis
- Discinesia tardía
- Depresión agitada
- Ansiedad o insomnio
- Abstinencia de drogas
- Síndrome de piernas inquietas
- Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Causas y factores de riesgo de la acatisia
La acatisia es más recurrente en las personas que toman antipsicóticos de primera generación. Este tipo de medicamentos son los más antiguos e incluyen fármacos como la clorpromazina, el haloperidol y el Loxitane.
También se ha detectado este efecto, aunque en menor grado, en los antipsicóticos de segunda generación e incluso en los más modernos. La ciencia no ha precisado la razón por la que esto ocurre. Se cree que puede ser porque estos fármacos bloquean los receptores de dopamina, un neurotransmisor que incide en el movimiento.
Sin embargo, también se sospecha que en la acatisia intervienen otros neurotransmisores, como la serotonina, la acetilcolina y el GABA. Este efecto secundario también se presenta en personas que toman otros medicamentos:
- Sedantes.
- Antivertiginosos.
- Bloqueadores de los canales de calcio.
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).
Esta afección es más probable en las personas que reciben altas dosis del medicamento, que aumentan las dosis en forma muy rápida o son adultos en la mediana o tercera edad. Hay otras condiciones médicas que pueden provocar este trastorno, como la enfermedad de Parkinson, la encefalitis y la lesión cerebral traumática.
Tratamiento para la acatisia
La primera opción de tratamiento para la acatisia es reducir la dosis del fármaco que produce el trastorno. Esta medida es más eficaz en los casos leves, pero es posible que la mejoría tarde un poco en llegar.
Si se trata de un caso más grave, quizás sea necesario introducir un medicamento específico para tratar la acatisia. Sin embargo, esto puede conllevar el riesgo de la polifarmacia. Al optar por esta alternativa, lo usual es que se empleen betabloqueantes, benzodiazepinas o algunos antidepresivos.
Las personas con este trastorno se benefician al aumentar el consumo de la vitamina B6, la cual se encuentra en alimentos como carnes, pescados, frutos secos y verduras. También es recomendable que hagan ejercicio físico para reducir el estrés.
Algunos consejos adicionales
Es muy importante que, si una persona nota los síntomas de la acatisia, lo consulte con su médico tan pronto como sea posible. Esto es más importante si hay síntomas de depresión o pensamientos suicidas.
Así mismo, hay algunas medidas que se pueden tomar para controlar y reducir los efectos:
- Prevenir la depresión y la ansiedad: la psicoterapia, la actividad física regular, los pasatiempos, la reducción del consumo de azúcar, el descanso adecuado, una dieta saludable rica en omega 3 y los grupos de apoyo son de gran ayuda.
- Practicar el manejo del estrés: incluye medidas como dormir lo suficiente, tomar infusiones de hierbas relajantes, planificar las actividades, practicar técnicas de meditación.
- Suplementar: puede ser buena idea introducir un suplemento de vitamina B6 o de magnesio.
La acatisia es un trastorno reversible. Sin embargo, el principal problema es que muchas de las personas afectadas no informan al médico acerca de los síntomas.
El pronóstico es mucho más favorable cuando el tratamiento se inicia en forma temprana. Hay que anotar que los casos graves, no tratados, pueden llevar a complicaciones muy serias, como parálisis.
Fuente: Mejor con Salud.
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