El pus en la garganta es producto del proceso inflamatorio secundario a la infección de las amígdalas o la faringe. Este, a su vez, puede estar causada por virus o bacterias que consiguen proliferarse en la zona. A menudo, se acompaña de otros síntomas como el dolor de garganta, la dificultad para deglutir y la fiebre.
Lea también: Seis alimentos que debes evitar si te duele la cabeza
El tratamiento se basa en antibióticos en caso de ser de origen bacteriano. Además, puede incluir antiinflamatorios no esteroideos para mejorar el dolor y la fiebre. Si las bacterias no son su causa, el médico o el otorrinolaringólogo pueden evaluar otros tratamientos.
Infecciones asociadas al pus en la garganta
Aunque la presencia de pus en la garganta puede ser causada por infecciones virales, es más común que se presente en infecciones bacterianas. No obstante, la inflamación de las amígdalas o la faringe es más frecuente en cuadros virales, esto puede explicar la rareza de este síntoma.
Ahora bien, estas infecciones tienden a ser más habituales en niños preescolares (de los 2 hasta los 6 años), mujeres embarazadas y personas de la tercera edad. También son frecuentes entre aquellos que tienen enfermedades que comprometen al sistema inmune, como pacientes con cáncer o portadores del virus de la inmunodeficiencia humana.
Infecciones por virus
La infección viral que más suele causar pus en la garganta es la mononucleosis infecciosa, derivada del virus de Epstein-Barr. En este caso, el pus se visualiza como pequeñas placas blanquecinas en las amígdalas que no huelen mal. Además, se dan otras manifestaciones clínicas, como las siguientes:
- Malestar general
- Cansancio
- Secreción nasal
- Tos
- Enrojecimiento de los ojos
- Fiebre baja
No obstante, en ocasiones la infección viral puede ser causada por los virus del resfriado común, como lo son el rinovirus, el adenovirus, el virus de la gripe y el virus sincitial respiratorio.
Infecciones por bacterias
Las infecciones bacterianas que suelen provocar pus en la garganta suelen estar causadas por el estreptococo pyogenes o los estreptococos del grupo A. Es lo que se conoce como amigdalitis o faringoamigdalitis estreptocócica.
Además de la presencia de ese síntoma, se asocia con las siguientes manifestaciones clínicas:
- Dolor que aumenta al tragar
- Fiebre
- Dolor de cabeza
- Dolor abdominal, náuseas y vómito (sobre todo en los niños).
Cuando se visualizan las amígdalas y la faringe, estarán rojas y aumentadas de tamaño, con una placa blanquecina o amarillenta que tiene mal olor.
¿Cómo diferenciar infección viral de infección bacteriana?
Aunque no es determinante, observar las características del pus en la garganta permite establecer una diferencia. En el caso de las infecciones bacterianas, este pus suele ser más espeso, grumoso, se puede adherir al paladar o a la faringe y causa muy mal olor.
Asimismo, si hay un origen bacteriano, existen otros datos clínicos, como la presencia de ganglios inflamados en el cuello o debajo de la mandíbula.
De todos modos, la única forma de confirmarlo es a través de un estudio serológico de anticuerpos específicos contra virus, o la identificación de la bacteria luego de tomar muestra en la garganta con un hisopo.
¿Siempre son de origen infeccioso?
Cuando el pus en la garganta no se acompaña de síntomas de infección subyacente, como lo son la fiebre, el malestar general y el dolor para tragar, puede tratarse de la acumulación de restos de alimentos y secreciones de la boca sobre las amígdalas.
Estas son pequeñas bolas amarillas o blancas, que se denominan cáseum o tonsilolitos. De ser así, suele manifestarse también con mal aliento. Por fortuna, pueden eliminarse con una adecuada higiene dental, enjuagues bucales y gárgaras con agua tibia con sal.
¿Se puede complicar el pus en la garganta?
Cuando no hay un tratamiento adecuado de la infección, se puede acumular el pus al lado y detrás de las amígdalas, generándose un «absceso periamigdalino».
En este caso, la terapia con antibióticos debe ser más agresiva y se debe hacer drenaje del pus acumulado que puede requerir que las amígdalas sean extraídas.
Tratamiento para el pus en la garganta
Como hemos comentado, el tratamiento depende de la causa de la infección, que es determinada por un médico general u otorrinolaringólogo. A menudo, el tratamiento inicial consiste en mejorar los síntomas.
Por lo anterior, se indican antiinflamatorios no esteroideos para reducir el dolor de garganta, la inflamación de los ganglios linfáticos y la fiebre. Estos abarcan las siguientes opciones:
- Ibuprofeno
- Diclofenaco
- Ketoprofeno
- Nimesulide
- Naproxeno.
Además, para el dolor de garganta se pueden indicar aerosoles o enjuagues bucales que contengan diclonina, fenol o clorhexidina. Al mejorar el dolor de garganta, también hay una mejoría de la dificultad para deglutir.
En caso de infecciones virales, el tratamiento consiste en mantenerse hidratado, descansar y tomar medidas para disminuir los síntomas. Entre tanto, si el pus en la garganta tiene su origen en una faringoamigdalitis estreptocócica, se indica penicilina, amoxicilina con ácido clavulánico o azitromicina.
Si no hay una mejoría de la inflamación de la garganta, se pueden indicar corticoesteroides vía oral, como la prednisona. De todos modos, cualquiera de los tratamientos farmacológicos deben tomarse bajo prescripción médica.
En última instancia, hay que recordar que no se debe intentar retirar el pus de la garganta con el dedo, un hisopo o el cepillo dental. Esto empeora tanto la inflamación como el dolor. Incluso, a veces propicia la aparición de sobreinfecciones.
Fuente: Mejor con Salud.
Nota para nuestros lectores:
? Suscríbete gratis a más información en nuestro WhatsApp. Haga clic en el enlace: https://bit.ly/2Z2UF3j