Casi la mitad de las personas que han tenido el COVID-19 experimentan problemas para dormir después de haberse recuperado de la infección. Así lo reveló una nueva investigación de la Clínica Cleveland de Ohio en los Estados Unidos, que presentó los resultados de un trabajo sobre los problemas de sueño en personas que han sido afectadas por la enfermedad.
Los problemas para dormir y la fatiga son algunos de los síntomas que se suelen comunicar de la enfermedad conocida como COVID prolongado. Los investigadores de la Clínica Cleveland encontraron que casi la mitad de los que se han recuperado de la COVID-19 experimentan problemas de sueño al menos moderados.
La investigación se presentó en Sleep 2022, que es la reunión anual de las Sociedades Profesionales del Sueño Asociadas. Es una empresa conjunta de la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño (AASM) y la Sociedad de Investigación del Sueño (SRS).
El COVID prolongado ya ha sido considerado como “la pandemia después de la pandemia”. Es una constelación de síntomas persistentes o nuevos tras la infección que pueden durar meses o más de dos años. Se estima que entre el 10% y el 30% de los adultos infectados pueden desarrollarlo. Se han encontrado más de 200 síntomas asociados al trastorno.
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Al principio, se creía que las personas que han estado hospitalizadas por cuadros graves y que tienen enfermedades previas eran más propensas a padecer esas secuelas que se engloban como el COVID prolongado o de larga duración.
Sin embargo, ahora hay más evidencias de que las personas que eran sanas y que no estuvieron internadas en el hospital también pueden sufrir las secuelas meses después de la infección por el coronavirus. El riesgo de desarrollar un COVID largo incluso existe para las personas ya vacunadas que se infectan.
Los investigadores analizaron las experiencias de 962 pacientes de la Clínica Cleveland ReCOVer entre febrero de 2021 y abril de 2022. Las personas llenaron las secciones del cuestionario de alteraciones del sueño y fatiga del Sistema de Información de Medición de Resultados Reportados por Pacientes (PROMIS) de los Institutos Nacionales de Salud.
Al analizar los resultados, los investigadores encontraron que los pacientes de color negro eran más de tres veces más propensos a tener trastornos del sueño de moderados a graves tras recuperarse de la COVID-19. Otro factor que se asoció a una incidencia de trastornos del sueño superior a la media fue la ansiedad.
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