AFP. Agostina es un tapir que mueve con sigilo su pesado cuerpo mientras come hojas en un bosque del oeste de Nicaragua, donde el viernes fue liberada como parte de un esfuerzo de preservación.
Nació en cautiverio hace cuatro años y antes de salir al bosque, veterinarios colocaron a Agostina un collar de rastreo para que guardabosques monitoreen sus movimientos en su nuevo hábitat lejos de su principal depredador, el ser humano.
El tapir o danta detiene su andar en la ruta sobre el curso de agua de un manantial, atraída por las abundantes ramas, hojas y raíces que arranca para alimentarse con su hocico alargado y con forma de pequeña trompa.
La iniciativa es «reproducir animales que están en peligro de extinción y escogimos el tapir o danta», comentó a la AFP Eduardo Sacasa. Veterinario de 75 años que lidera el programa «Salvemos al tapir en Nicaragua» y que por 25 años dirigió el zoológico de Managua.
«Es un animal muy interesante, es el que en mayor peligro está en Nicaragua», agrega Sacasa, que calcula que solo quedan unos 400 tapires en el país.
Los tapires se alimentan de frutas y vegetales. También disfrutan con el agua en la Reserva Silvestre Cervantes, a unos 190 kilómetros al oeste de Managua.
La reserva cuenta con un bosque de más de 1.600 hectáreas y en esta, antes de Agostina, han sido liberados seis tapires en tres años, aunque la mayoría sigue en el zoológico.
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De cautivos a silvestres
Con un peso de unas 420 libras, 1,5 metros de longitud y 1,30 metros de altura, Agostina se acostumbra rápido a la libertad.
Cuando se sumerge en el agua, los guardabosques hacen ruidos a su alrededor para que el animal se interne en el bosque.
El tapir centroamericano (Tapirus bairdii) es un mamífero herbívoro de la familia de los tapíridos. El hábitat original está distribuido desde el sur de México hasta Colombia.
La caza, la deforestación por causa de la urbanización y el avance de los cultivos han impactado en su hábitat natural y elevado el riesgo de extinción de esta especie, emparentada con el caballo y el rinoceronte.
La figura del tapir está presente en la cultura popular latinoamericana, como en Venezuela donde la deidad María Lionza se muestra montada sobre una danta.
Los principales depredadores de los tapires, además del hombre, son los jaguares y los pumas.
En la reserva, los tapires han pasado de ser mansos animales en cautiverio a libres y huraños tapires en la vida silvestre.
También hay apareamientos y una de las hembras parió hace un año una cría tras 14 meses de gestación.
Dentro de un mes, otro tapir será liberado en la reserva para completar nueve ejemplares de este mamífero.
Avistamientos
Francisco Martínez, de 38 años y uno de los encargados de la reserva silvestre, señaló a la AFP que todos los días utiliza una antena para collares satelitales. Esto con el fin de monitorear la ruta que Agostina y otros tapires liberados siguen en el bosque.
«Para nosotros es una gran cosa que (Agostina) esté libre, que ande libre, que ya no lo tengamos que tener en cautiverio. Nosotros cuidamos el área donde andan ellos y los monitoreamos», comenta.
El cuidador agregó que han «educado a gente de comunidades cercanas para que no toquen a los dantos. No les vayan a hacer daño y sepan que aquí estamos en una lucha por conservarlos».
Según los promotores del esfuerzo de preservación, hace más de 150 años existieron tapires en Chinandega y la zona oeste de Nicaragua, pero desaparecieron por la depredación humana.
En el futuro la reserva será un lugar «de avistamiento para científicos, biólogos, todo el que quiera saber de tapires», añade Sacasa, que se enorgullece de que puedan verse hasta «nueve tapires que andan libres» en esa zona.
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