Los huracanes Eta e Iota fueron un golpe directo para toda Honduras, pero en especial para la zona norte y los municipios de Pimienta y Potrerillos, que sufrieron una devastación inimaginable, y a un año de la tragedia, sigue siendo visible.
El 4 de noviembre del año 2020, Eta comenzaba a dañar varias partes de los dos municipios de Cortés. De hecho, ese día, medios de comunicación televisivos informaron que una zona entre Pimienta y Potrerillos había quedado prácticamente bajo el agua.
Algunos ciudadanos compartieron fotografías aterradoras, en las que sólo se podía apreciar parte de los techos de las casas.
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Al día siguiente, 5 de noviembre, los pobladores despertaron sin imaginarse que el emblemático puente Rieles se vendría abajo producto de la corriente del río Ulúa.
Una pieza clave de la estructura colapsó, y por tal razón, el resto tardó pocos segundos en desprenderse. Ahora sus fierros yacen en el fondo del afluente.
Inundaciones devastaron a Potrerillos y Pimienta
Ese mismo 5 de noviembre, las lluvias no daban tregua, y además de afectar a Potrerillos, comenzaban a hacer estragos en Pimienta, Cortés: allí se unieron dos ríos y amenazaban con «sepultar» a los dos municipios.
Los caudales de los ríos Blanco y Ulúa se convirtieron en uno sólo y mantenían alerta a los habitantes.
Cuando esto ocurrió, no había manera de ingresar ni a Potrerillos ni a Pimienta, puesto que la carretera CA-5 quedó inhabilitada, y el 6 de noviembre del 2020, todo seguía igual.
Secuelas de una catástrofe
El 11 de noviembre del 2020 parecía que todo volvía a la tranquilidad. En Potrerillos el agua comenzaba a disminuir. Sin embargo, a medida que la inundación bajada, los daños salían a relucir. Cientos de viviendas quedaron destruidas. Se veía y escuchaba cómo las personas rogaban ayuda.
Una semana más tarde, el 18 de noviembre del 2020, la catástrofe volvió, pero esta vez, por el huracán Iota.
El kilómetro 86 quedó bajo el agua, de nuevo, por la crecida del río Ulúa. Ese miércoles, los ciudadanos que se disponían a cruzar la calle no pudieron hacerlo. El pavimento ni siquiera era visible.
Los resultados del paso de Eta e Iota
Los pobladores informaron que desde la madrugada de ese día el municipio se encontraba totalmente cubierto por agua. Las viviendas aledañas fueron afectadas por la nueva crecida.
A raíz de que muchos ríos subieron su nivel, algunas estructuras, como puentes, corrían riesgo de caer. El «puente viejo» por ejemplo, del municipio de Pimienta, estuvo a sólo unos centímetros de quedar sumergido.
Por esta razón, los habitantes no tuvieron paso entre las comunidades de los Tres Reyes y La Champa.
Inundaciones devastaron cementerio
El 4 de diciembre del 2020, pobladores dieron a conocer que los fenómenos naturales irrumpieron el descanso de los fallecidos; sí, las inundaciones provocaron que la corriente arrastrara cientos de tumbas.
El panteón quedó completamente destruido. Los féretros estaban afuera. En medio del caos, muchas personas comenzaron a buscar los restos de sus difuntos. Actualmente, el cementerio fue reubicado.
Un ciudadano que reside en Potrerillos, Cortés, relató a Diario TIEMPO que recordar Eta e Iota siguen siendo doloroso. Él estuvo ayudando a varias personas a evacuar sus viviendas e incluso que tuvo que rescatar a uno de sus mejores amigos.
Empezar desde cero
Los huracanes salieron del territorio hondureño, pero dejaron gran catástrofe. Los pobladores de Pimienta y Potrerillos que perdieron todo armaron refugios improvisados casas y dormían a los lados de la carretera.
Las alcaldías también apoyaron, por ejemplo cuando la carretera vieja de Pimienta quedó dañada por la crecida del río Ulúa, tuvieron que habilitar vías alternas para movilizarse, pero ¿cómo está ahora?, ¿salieron adelante?
Juan Carlos Santos, miembro de la alcaldía de Pimienta, dijo a Diario TIEMPO que el tramo carretero aún está en malas condiciones, pero, a pesar de eso, algunos vehículos siguen transitando por la zona.
Por otro lado, tras la destrucción de muchas viviendas, tocó tomar medidas contundentes e inmediatas, como gestionar la construcción de unas 23 casas en una parte alta de Pimienta. Hasta ahora, cinco están terminadas.
Los hogares serán para varias familias que por todo un año vivieron en una escuela que funciona como albergue. «Se trabajó bastante, porque habían lugares donde no se podía ingresar», detalló.
Santos aseveró que luego del paso de los huracanes, las autoridades municipales ayudaron a los pobladores a sacar el lodo de sus viviendas, de las calles y desechando todo lo que quedó inservible.
Juan Carlos mencionó que uno de los sitios que se vio más afectado fue la aldea de Santiago. Ahora, cada vez que llueve, esa zona casi siempre se inunda, porque está baja, sin embargo, se está trabajando en la construcción de bordos y un canal de desagüe.
Compartió que a un año de los huracanes Eta e Iota, las personas sienten nostalgia, pero al mismo tiempo alegría, porque están comenzando de nuevo.
Los hondureños aún tienen a Eta e Iota muy frescos en su mente, los recuerdan como una pesadilla que no quieren vivir otra vez.
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