REDACCIÓN. A veces no nos damos cuenta de la importancia de las cosas hasta que no pasa cierto tiempo y echamos la vista atrás. Una sensación que se puede trasladar a la industria del motor: a mediados de los años 90, Porsche dio un golpe sobre la mesa cuando se despidió del motor bóxer refrigerado por aire y dio la bienvenida a la sobrealimentación biturbo en la producción de serie. Así marcó un antes y un después el Porsche 911 Turbo de la generación 993.
Corría el año 1995 cuando la marca alemana presentó el 911 Turbo de la serie 993, un modelo que representaba un notable cambio puesto que fue el encargado de colocar el punto final en la historia de los motores bóxer refrigerados por aire. Al mismo tiempo comenzó a escribir el capítulo de la tecnología biturbo: casi una década después del avance que llegó de la mano del 959, llegaba a la producción en serie.
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Turbocompresores gemelos
De la mano del Porsche 993, la potencia de los turbocompresores gemelos se convirtió en un rasgo característico de la familia 911. Fueron ellos los que sustituyeron aquella potencia explosiva del turbo único por una entrega más sedosa. Porsche empleó dos turbinas KKK K16 muy compactas, del mismo tamaño y simétricas, que iban ubicadas en cada fila de cilindros. Generaban una presión muy elevada ya que forzaban el aire de admisión a través del intercooler hacia las cámaras de combustión a 0,8 bares. Además, gracias a sus momentos de inercia más bajos, los turbocompresores funcionaban más rápida y eficazmente.
Un delicado deportivo de 408 CV
En la práctica esto se traducía, entre otras cosas, en una cifra de par mejorada: a 2.500 rpm se alcanzaban 450 Nm mientras el régimen máximo de giro del motor se fijaba en 6.800 rpm. Si a esto añadimos que las cuatro ruedas se encargaban de transmitir la fuerza al suelo… el resultado era un deportivo de 408 CV que aceleraba de 0 a 100 km/h en 4,5 segundos con una suavidad sorprendente.
Así fue como los Porsche 911 Turbo dejaron de tener aquel comportamiento ciertamente salvaje y empezaron a ofrecer un tacto más amable sin perder sus prestaciones. Un cambio que, como decíamos al principio, se valora (más y mejor) desde la perspectiva actual.
Fuente: Periodismo del Motor
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