Inestabilidad, debilidad, falta de equilibrio, vista nublada, son algunas sensaciones que se perciben al tener un mareo, un término que abarca gran variedad de situaciones que, en ocasiones, nada tienen en común entre ellas.
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Por fortuna, no suelen deberse a causas importantes y, además, suelen mejorar por sí solos sin necesidad de tratarlos. Los mareos aparecen cuando al cerebro no le llega sangre suficiente, lo que puede responder a múltiples razones. La sensación es siempre parecida:
- Debilidad
- Percepción irreal de las cosas
- Imposibilidad para coordinar o actuar de forma coherente y rápida
- Inestabilidad
- “Embotamiento” de cabeza.
Aunque hay trastornos graves que pueden provocar mareos, como los infartos y la epilepsia, lo habitual es que sea por causas de fácil remedio. Sin embargo, si además del mareo hay dificultad para hablar o el corazón presenta latidos irregulares, deberías ir al médico.
Por una bajada de tensión
Las disminuciones repentinas de la tensión arterial pertenecen a las causas más frecuentes de los mareos. Sabrás que es una bajada de tensión si:
Notas el mareo al cambiar rápidamente de posición (tras estar sentada o tumbada durante bastante rato, por ejemplo) hay que aprender a realizar estas variaciones de forma lenta y progresiva.
Si estás tumbada, lo ideal es agarrarse a algo para poder incorporarse de forma lenta. Quédate sentada durante unos minutos antes de ponerte en pie y caminar, lo que facilita al organismo adaptarse a la nueva situación.
Otras sencillas medidas para reducir el riesgo de marearse, además de cambiar despacio de posición, son evitar posturas mantenidas de pie durante mucho tiempo, utilizar medias de compresión para favorecer una buena circulación en las piernas y aumentar la ingesta de agua.
Además de mareo, las bajadas tensionales pueden provocar visión borrosa, confusión y somnolencia.
La hipotensión leve en gente sana, que no supone ningún problema en su vida diaria, no necesita tratamiento. Pero si interfiere en las actividades habituales debe de ser evaluado por el especialista.
Debido a una bajada de azúcar
Si los mareos aparecen cuando llevamos mucho tiempo sin comer o durante una época en la que no nos estamos alimentando correctamente, pueden deberse a una hipoglucemia, lo que comúnmente se conoce como «bajadas de azúcar».
- El mareo suele ir acompañado de nerviosismo, sudoración y fatiga.
- La solución inmediata en estos casos es tomar lo antes posible alimentos que sean ricos en carbohidratos.
La mañana es uno de los momentos del día en que se producen con mayor frecuencia estos mareos. ¿La razón? Haberse saltado la cena o no haber incluido una ración de hidratos de carbono en ella, o simplemente no haber desayunado antes de comenzar la jornada.
Para evitar las hipoglucemias la alimentación debe ser equilibrada, ingiriendo la suficiente cantidad de hidratos de carbono de absorción lenta (incluidos en frutas, cereales, legumbres y patatas) y realizando las 5 o 6 comidas recomendadas diariamente. Esto es fundamental para que los niveles de glucosa en sangre permanezcan constantes.
Por apretar o rechinar los dientes
¿Cómo se relacionan los dientes con los mareos? Debido al bruxismo se ejerce una enorme presión en la mandíbula que, con el tiempo, se extiende a la musculatura cervical.
Al final, la musculatura de la zona se contractura, impidiendo un correcto flujo de sangre al cerebro y generando el mareo.
Además en estos casos duelen la mandíbula, el oído y los dientes, cuesta abrir la boca y masticar. Es también común experimentar sensibilidad dental al frío, al calor y a los alimentos dulces. Si se nota alguno de estos signos, conviene consultar con el odontólogo.
Debido a un episodio de ansiedad
Según científicos de la Universidad de Ohio (Estados Unidos), la ansiedad puede causar mareos crónicos.
- Ante el estrés, el cuerpo genera la hormona cortisol para mantenernos alerta ante el «peligro». Si la situación se prolonga, sus niveles se mantienen altos y, según un estudio del Mercy Fitzgerald Hospital (Estados Unidos), disminuye el flujo de sangre y de glucosa al cerebro.
Los problemas para dormir también avisan del cortisol alto, al igual que la falta de concentración, las contracturas musculares, los problemas digestivos, las palpitaciones, la sudoración y los cambios de humor.
El sol puede marearte
En situaciones en las que aumenta la temperatura corporal considerablemente, como en las exposiciones solares prolongadas, también pueden aparecer mareos.
Puede ser grave cuando se acompaña de un incremento de la temperatura corporal medida en la axila, debilidad muscular, sudoración excesiva y sed extrema, entre otros síntomas.
Es lo que se denomina golpe de calor y se debe a una pérdida excesiva de agua y sales minerales que provocan un estado de deshidratación corporal, algo que también puede ocurrir en otras ocasiones como en las gastroenteritis importantes. Ten en cuenta que si notas que padeces un golpe de calor deberías ir al médico con urgencia.
Ten en cuenta que los mareos también pueden aparecer ante una deshidratación leve, acompañados de dolor de cabeza, sed, fatiga y orina de color amarillo oscuro.
Fuente: Saber Vivir.
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