En algunos hogares o espacios en común donde viven una cierta cantidad de personas, suelen darse situaciones en donde, mientras la mayoría se contagia de COVID-19, unos cuantos mantienen sus pruebas negativas. ¿Serán resistentes al virus?
Este tipo de anécdotas son cada vez más frecuentes, por lo que la ciencia intenta explicar cuáles son los factores que determinan esta resistencia al covid. Para ello, el Dr. Alfredo Corell, inmunólogo en la Universidad de Valladolid en España, brinda tres posibles respuestas:
1. Diferencias genéticas
“Por un lado, hay diferencias genéticas entre las personas y tenemos proteínas en nuestro sistema de defensas que a veces contestan muy bien a una infección y a veces no. Hay personas que van a responder mucho mejor que otras”, explica el especialista para un reporte de CNN en Español.
2. Inmunidad natural
De acuerdo al Dr. Corell, recientemente se ha demostrado que las personas que han padecido de catarros o resfriados invernales, por lo general, algunas de estas infecciones han sido producidas por coronavirus.
“De modo que las personas que los hayan pasado, les ha quedado una defensa que les defiende del SARS-COV-2. Así que eso explicaría también que haya personas que no se infecten”, señala el inmunólogo.
3. La dinámica diversa en el contagio
“Personas que están infectadas son contagiadoras y personas que, en cambio, estando infectadas no son contagiadoras. En una familia puedes tener un contagiado y nadie más o al revés, puedes tener todos contagiados, menos uno”, indica el Dr. Corell, quien además resalta que pueden existir múltiples factores, por lo que se necesitan más estudios.
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Inmunidad híbrida
Ahora, los investigadores han descubierto que la llamada “inmunidad híbrida”, es resultante de la combinación de la inmunidad natural y de la generada por la vacuna. Esta inmunidad ofrece una respuesta “mayor a la esperada”. A modo de ejemplo, indican que los anticuerpos neutralizantes contra la variante sudafricana B.1351 en individuos que fueron vacunados y que previamente se habían contagiado fueron “aproximadamente 100 veces más altos”, que los mostrados únicamente tras la infección y 25 más que tras la administración de la vacuna.
El citado estudio apunta que esta ampliación de la protección frente al patógeno se debe a las células B, que tienen dos funciones principales. Por un lado, producen anticuerpos idénticos tras la reinfección con un mismo virus; y además, codifican una “biblioteca de mutaciones de anticuerpos”, una reserva de variantes inmunológicas.
“Estas células B de memoria, creadas en respuesta a la infección original, parecen ser conjeturas preventivas del sistema inmunológico, sobre variantes virales que pueden surgir en el futuro”, apunta el informe. Se trata, añade, de una estrategia evolutiva “brillante” que se observa claramente en el SARS-CoV-2: “Una proporción sustancial de células B de memoria codifican anticuerpos que son capaces de unirse o neutralizar COVID, y a la calidad de esas células aumenta con el tiempo”, explica.
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