Una gran nube de polvo proveniente del Sáhara se cernió desde la noche del lunes sobre buena parte de España, antes de continuar hacia Francia. Varios vehículos quedaron cubiertos de una capa de polvo naranja, pasillos del metro con arena y un cielo teñido de rojo.
Incluso, se podían ver a varias personas limpiando con mangueras sus coches, las terrazas o los portales de los edificios en pleno centro de la capital española. También, el fino polvo de color naranja transformó todos los paisajes de las ciudades.
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En España, a este fenómeno meteorológico, de fuertes vientos calientes cargados de polvo de arena del desierto del Sáhara, se le denomina calima.
El pronóstico de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) es que estos próximos días aumente notablemente la presencia de partículas PM10, tóxicas para los humanos, hasta cuadruplicar los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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Según los expertos, la calidad del aire empeora considerablemente con la presencia de estas partículas, que pueden dañar el aparato respiratorio. En consecuencia, las autoridades sanitarias recomiendan no realizar deporte al aire libre y llevar mascarilla de tipo FFP2 para caminar en la calle.
El actual fenómeno es un «extraordinario episodio de calima con reducciones de la visibilidad muy importantes en amplias zonas de la península«, detalló en un mensaje a periodistas, Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
El fenómeno de calima
Las tormentas en el desierto del Sáhara crean ráfagas de viento en la superficie del suelo, que levantan partículas de arena y polvo, explicó la Aemet en un video en Twitter.
Elementos radioactivos
El polvo que ha llegado desde África puede contener trazas de sustancias químicas contaminantes, incluyendo isótopos radiactivos. Cada vez que la Aemet avisa de una intrusión de polvo sahariano, la población de la Península y las islas inhala un aire más nocivo de lo que cree.
El biólogo y experto en radioprotección Pierre Barbey, de la Universidad de Caen, en Francia, ha detectado que las lluvias de barro pueden contener cesio 137, un isótopo radiactivo.
Según los datos de la Aemet, al menos 14 días al año se produce este fenómeno en la isla de Menorca. En Melilla, el número asciende a 12. En Canarias, ocurre entre dos y tres veces al año.
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