TEGUCIGALPA, HONDURAS. Durante la devastación causada por Eta e Iota, varias familias quedaron atrapadas en los techos de sus casas, la situación era dramática pero los bomberos, militares y ciudadanos se convirtieron en héroes.
Uno de esos militares fue el Mayor Rodríguez, de la Fuerza Aérea de Honduras (FAH). Entre lagrimas, relató la difícil situación que tuvo que vivir cuando estuvo rescatando a decenas de hondureños.
Rodríguez se encontró con algo impactante para lo que, quizá, nunca se había preparado. Durante treinta horas, Rodríguez, otro compañero, identificado como Amílcar y un miembro del Cuerpo de Bomberos, Rafael, estuvieron en el agua salvando la vida de las personas de Oro Verde y Cruz de Valencia en La Lima.
Ellos empezaron la hazaña movilizándose en busca de un soldado que se encontraba desaparecido y se tuvieron que desplazar en lancha a un sector de La Lima Nueva.
Pero las dificultades causadas por Eta, en un principio, impidió que llegaran al destino planeado. Ante lo cual, se cambió de rumbo y se quedaron rescatando a un grupo personas en la zona de Oro Verde.
Las mismas personas que rescataron les informaron que la situación en otro lugar era más difícil. Ahí decidieron continuar con la labor en Cruz de Valencia.
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“Hicimos lo que pudimos y no fue lo suficiente. Yo no soy rescatista, yo soy piloto aviador de combate, pero el ver a niños soportando frío, mujeres y ancianos que no podían caminar me dolía, también ver varias personas que se estaban ahogando y no pudimos hacer nada, porque la lancha no soportaba más peso y nos íbamos a hundir. Llevábamos niños de todas las edades, hasta recién nacidos”, expresó con la voz entrecortada el Mayor Rodríguez
Personas en los techos
Según lo relatado, en Oro Verde las personas estaban a salvo en las terrazas o techos de las casas. Pero en Cruz de Valencia, observaron las impactantes imágenes: niños, ancianos y adultos se aferraban a los árboles y postes de luz para salvar sus vidas, a tal grado que se amarraban a ellos para que la corriente no se los llevara.
En la lancha que se transportaban solo podían subir cuatro personas, pero ellos no podían dejar a la deriva a ningún individuo, así que sobrecargaron la lancha a un punto tan elevado de su capacidad.
Rodríguez no estaba capacitado o preparado para el rescate de personas. Esta era la primera vez que lo hacía, pero el bombero Rafael fue quien le enseño ciertas técnicas de rescate; cómo tenía que anclar el bote en caso de que se apagara el motor, porque les había presentado algunas fallas. Se apagaba a cada rato y venían contra la corriente.
El Mayor Rodríguez, Amílcar y un bombero se convirtieron en los héroes para decenas de personas que quizá, habían perdido la esperanza. Como él mismo lo relata entre lágrimas, jamás imaginó vivir algo similar en su vida.
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