CORTÉS, HONDURAS. Luego de las lluvias que han azotado la zona norte del país, las amenazas en el Valle de Sula son latentes, porque las reparaciones de los bordos aún no concluyen y diferentes municipios mantienen viva la «pesadilla».
Muchas de las zonas vulnerables quedaron en riesgo tras el paso de los fenómenos Eta e Iota, lo cual preocupa a los habitantes de estos sitios, pues, aunque volvieron a sus viviendas, pueden nuevamente revivir la tragedia.
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Muchos expertos señalaron desde que se hizo el recuento de daños cuando pasaron las tormentas, que aunque se hicieran nuevamente las construcciones de bordos no iban a ser suficientes si ocurría nuevamente un hecho como el pasado.
Otros opinaron que lo más recomendable era hacer más represas, pues la finalidad de ellas, era también evitar las inundaciones. En especial, comenzaron a surgir las reacciones pues muchos afirmaron que los más amenazantes para el Valle de Sula son el río Ulúa y Chamelecón.
Pobladores manifestaron que no se debe olvidar que en el momento que Honduras fue golpeada por las tormentas Eta e Iota estos caudales causaron zozobra en las comunidades afectadas. Agregaron que sintieron directamente el golpe y ahora mantienen el temor de volver a vivir los malos momentos.
El dirigente de la Cámara Hondureña de la Industria de la Construcción (CHICO), Osmín Bautista, habló recientemente ante los medios justamente sobre ese tema.
«Que Dios nos salve»
Él explicó que en estos momentos si se da una crecida de los ríos Ulúa y Chamelecón, «solo que Dios nos salve». Expresó eso, pues aseguró que «no estamos preparados para ello».
Asimismo, sostuvo que si en estos momentos se diera la coincidencia de pasar por las catástrofes pasadas, no hay forma de que se pueda contener, porque los bordos no son suficientes para proteger el Valle de Sula.
«Se necesitan las represas tanto Jicatuyo, El Tablón y el dragado de todos los canales de alivio que dejó la Tela Railroad Company que son aproximadamente 102 kilómetros, más el dragado del río Ulúa y Chamelecón», añadió.
De igual forma, el ingeniero mencionó que no se han dado este tipo de desastres entre los meses de junio, julio, agosto y hasta alcanzando septiembre, y tomando el panorama que siempre presentaban los fenómenos, se formaban generalmente en octubre y noviembre, pero debemos prepararnos de todas formas ante cualquier golpe repentino, indicó.
«Es cierto que hay un cambio climático pero no una glaciación, que es donde están los polos. Pero, sí estamos preocupados, que a raíz de ese cambio climático se vengan eventos que nunca antes habíamos visto en estos meses», adjuntó.
Soluciones antes de las tragedias
Bautista externó nuevamente que aunque los bordos sean reparados no serán suficientes si llegan a formarse fenómenos iguales o más grandes que Eta e Iota.
Agregó que deben reforestarse todas las cuencas altas del río Chamelecón y Ulúa para que todo el sedimento no siga subiendo el nivel de los caudales.
«Por muchos bordos que tengamos siempre el agua los va a sobrepasar y los va a destruir. Entonces tenemos que reforestar, construir represas, dragar ríos y canales», señaló.
Sergio Villatoro, director del Control de Inundaciones del Valle de Sula (CCIVS), explicó que los bordos mitigan o mejoran las capacidades de los afluentes en los periodos de un invierno normal.
Sin embargo, detalló que para eventos extraordinarios como los suscitados en el mes de noviembre del año pasado no son garantías. De igual manera, exteriorizó que para generar un alto nivel de seguridad al Valle de Sula, es de alta prioridad la construcción de las represas.
«Ayudarán a laminar esa grandes avenidas de caudales», añadió.
Villatoro sostuvo que también deben ir acompañadas de obras complementarias como el dragado de los principales afluentes en el Valle de Sula y mejorar la red de bordos existentes.
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