Exclusivo de Diario TIEMPO Digital
SAN PEDRO SULA. 4:30 de la tarde de un día jueves, íbamos por las calientes calles de la ciudad, con el tráfico imparable, con los conductores desesperados para que les dieran la chance y aquellos que pocos son vistos, de los que poco se sabe y a los que muchas veces les negamos dos lempiras.
«Papi, estoy cansado ya», dice el payasito Junior Alexander (3) a su humilde padre que se gana la vida haciendo reír a la gente para subsistir, niños como él, conviven en la calle y se convierten en presentadores, mentirosillos, chantajistas y hasta sanadores de tristezas.
Algunos transeúntes, por no llamarlos gente, pasan por delante y le dicen «cosas al padre de esta familia» de nombre también Junior Alexander (25) ¿Por qué no trabaja usted? a lo que él responde: ¡Eso es lo que hago señor, no tengo otra ayuda para sacarlos adelante!
Desde hace muchos años la familia de este hondureñito ofrece espectáculos en la calle, sí.. es un «show» de entretenimiento sin animales, formado además por su madre Claudia Erazo (29), Britanny Janeth (2), Keylin Carolina (6) y otros tres pequeñines más.
El pequeño Junior se desplaza a las terminales o «paradas» de buses, las principales calles, cerca de centros comerciales, siempre buscando recoger el dinerito que les permita sobrevivir, es tan inteligente que con sonrisa ligera y su gracia conquista el corazón de los sampedranos y hasta burla a los agentes de Tránsito porque a veces no los dejan «trabajar».
El menor asegura que siempre quiso ser algo más que un payaso de pastelazo y de sonrisas, todas esas cosas, quizá se refirió a un poco más que la capacidad de un cuerpo natural.
Aquí, hoy, es la esquina de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, donde la cita para esta familia de payasitos está fijada normalmente en horas de la tarde, pero ellos se presentan desde temprano para ganar un extra. Mañana puede ser el Choloma, El Centro, Río de Piedras, en fin.. muchos lugares de San Pedro Sula, «no me gusta cansar a la gente», justifica el padre payasito.
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Aveces como simples pasajeros de autobuses pensamos que estos misteriosos personajes han desaparecido para siempre; en realidad, están dejando de importunar al paseante con su presencia muda, basta con que anden pintados, con colores llamativos y trajes ilustres casi pronunciando «¡tengo hambre, por favor ayúdenme!», estas súplicas cambian con el paso del tiempo y de las aceras de gran ciudad industrial del país.
Payasitos como Junior tiene que sonreír y darle buena cara a la vida sin importar la historia que está protagonizando, conocer a este principito pintado de múltiples colores y animando cerca del semáforo, muchas veces nos da la oportunidad de reflexionar y pensar que muchas personas tienen que inventárselas saliendo a la calle buscando los recursos que les permitan solventar los gastos propios de su historia, pocas veces nos detenemos a pensar qué hay detrás de una cara pintada o de un talento desarrollado con el firme propósito de hacer que la gente que los observa sonría y despeje su mente por tan solo unos cuantos minutos que dura la luz roja del semáforo.
Si tienes oportunidad de observar a alguien en esta misma situación dale una sonrisa si no tienes una moneda y piensa que por un instante estas respirando y olvidando el caos que muchas veces vivimos día a día.
«Tengo más de 20 años de dedicarme a ser payaso y en el circo, a mi familia la he adaptado a esto con el pasar del tiempo, aunque hay días difíciles, no dejamos de comer arroz y frijoles donde alquilamos», aseveró con tristeza su padre.
El papá y la mamá de esta familia necesita el apoyo de todos para ayudar a sus hijos y que tengan una mejor calidad de vida.
«Si los encuentras en la calle, no dudes en echarles una mano, hoy por ellos y mañana por tí»