TEGUCIGALPA, HONDURAS. Quebró una ventana y se lanzó, ya que su esposa le gritaba que a su hijo lo estaba arrastrando la crecida del agua, producto de las fuertes lluvias que se han registrado en las últimas horas en la capital.
Un padre vio que había más presión de la precipitación y, de repente, escuchó también los alaridos de su vástago, quien pedía ayuda. Como pudo se deshizo de la ventana de madera y se lanzó hacia la planta baja, rescatándolo.
«Andaba en el baño», dijo entre muchas lágrimas el pequeño en conversación con Noticieros Hoy Mismo. El caos imperó la noche de este martes en la casa de habitación de la familia, que está edificada en la colonia Villanueva de Tegucigalpa.
El padre indicó que la presión incluso arrastró -y lanzó hacia una planta baja- un barril que tenían cargado con agua, dejando entrever que la fuerza del agua era descomunal. Acotó que lo mismo pudo haber pasado con su pequeño.
«(El agua) Casi me mata a mi niño si no es por mi esposo. No logramos sacar nada; no tenemos nada, andamos con ropa prestada y también nos prestaron un teléfono», expresó, por su parte, la madre de familia.
Y es que, según su relato, mientras el hombre salvaba al niño, le gritaba a ella para que saliera corriendo con las otras dos niñas que forman parte del núcleo.
«Al principio, por los nervios, me quedé parada. Después sí salí corriendo y a pedir ayuda; lo importante es que estamos bien y a mi niño y a mi esposo tampoco les pasó nada», declaró la joven mujer.
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Temen algo peor
Entre tanto, el agua derribó el paredón de un edificio de cuatro pisos que está justo enfrente de la vivienda. Eso provocó el colapso del muro de uno de los cuartos de la vivienda; también quedó deshecho el techo y la inundación arrastró lo que había a su paso, dejando los enseres aplastados o destruidos.
«Todo se perdió«, expresó la inocente Maryori Elizabeth, quien dijo estar en primer grado y querer ser doctora. Precisó que tanto sus cuadernos y las tareas que tenía listas se esfumaron.
El padre de familia comentó que trabaja de albañil, pero la situación le impide seguir. «Ahora, ¿cómo? No puedo ir porque tengo que estar pendiente aquí de la familia«, lamentó.
Los papás aquejaron que, hasta el momento, ninguna autoridad ha llegado al sector para ayudarles. Los pronósticos de lluvia persisten y en el vecindario hay más paredes que están a punto de colapsar, dejando el temor de un inminente desastre.
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