La creciente demanda energética a nivel mundial en un contexto de escasos recursos energéticos disponibles ha impulsado los precios al alza en los últimos años, la iluminación LED aparte de ahorrar contribuye al cuidado del medio ambiente.
Parte de la energía se consume en la generación de electricidad y casi el 20% del consumo eléctrico se destina a iluminación, aseguran en el Foro Económico Mundial.
Específicamente, se estima que el 18% de la energía que consumimos en el hogar se dedica a la iluminación y que el porcentaje llega hasta el 30% en la oficina.
Sin embargo, la cifra podría ser menor, asegura Laurence Vega, gerente de producto de Sylvania: “Reemplazar tecnologías viejas por otras más nuevas puede lograr ahorros importantes de energía, de entre un 40% y 90%”.
Una forma de ayudar en la disminución de ese porcentaje es aprovechar más la luz natural y apagar los bombillos cuando no se están utilizando. Otra manera de contribuir es cambiar de bombillos y reemplazar las tecnologías que son menos eficientes, como las luminarias incandescentes, por fluorescentes y estos últimos, por LED.
Se estima que cerca de 12.000 millones de luces en el planeta son los tradicionales bombillos incandescentes. Este tipo de tecnología es la menos eficiente porque su funcionamiento consume más energía que el de tecnologías más modernas.
“En fluorescentes, por ejemplo, pasamos de tecnologías T10 y T12 a T8 y T5. Esto quiere decir que hacemos tubos más delgados que iluminan más, son más eficientes, tienen más flujo luminoso y ahorran energía”, explicó Vega.
Sin embargo, si realmente se quiere contribuir con el planeta e implementar la opción disponible más eficiente en el mercado, definitivamente habría que migrar a LED, afirma el especialista de Sylvania.
¿Por qué? “Las iluminación LED son de alta eficiencia, es decir, de bajo consumo energético y de gran proyección luminosa y alta eficiencia lumínica. Su eficiencia se debe a que son mucho más nítidas y brillantes, lo cual logra un ahorro energético de hasta un 90%, sin perder la potencia en la cantidad y calidad de la luz”. Así, dice Vega, se logra una mayor eficacia, entendida como la relación efectiva de más lúmenes por menos watts.
Además, su vida útil es mucho mayor que la de luminarias convencionales: la vida útil de los LED puede estar entre las 15.000 horas hasta 80.000 horas. Los bombillos incandescentes, en cambio, duran unas 1.000 horas encendidos y en el caso de los fluorescentes compactos, la vida útil es menor a las 10.000 horas de uso.
Además, esta tecnología tiene la ventaja adicional de que existe una amplia variedad de diseños y colores, lo que permite sumarle belleza y modernidad a la decoración del lugar donde se colocan.“Tenemos luminarias para exteriores e interiores, en diferentes diseños y tonalidades para ajustarse a las necesidades de nuestros distintos consumidores. Estas están incluidas en nuestro catálogo decorativo”, dijo Sergio Campos, Project manager de Sylvania.
OTROS TIPS PARA AHORRAR
Si bien con solo migrar a LED, el usuario puede reducir a la mitad (o más) su factura eléctrica y, con ello, dejar su huella verde en el planeta, los especialistas de Sylvania consideran que hay otras formas en que se puede ahorrar aún más energía. Ellos brindan los siguientes consejos:
1. Aprovechar al máximo la luz natural
2. Optar por iluminación direccional y colocarla estratégicamente cuando se requiere luz en un lugar específico
3. Apagar y, de ser posible, desconectar las luminarias que no se están utilizando sensores de movimiento
4. Limpiar con regularidad los filtros de luz, reflectores y tubos de cada luminaria.
5. Uso de atenuadores para dimerizar la salida luminosa de las luminarias.