La salud está en apogeo. La diseminación masiva de información de hoy nos ha hecho más omniscientes y los avances tecnológicos más omnipotentes sobre este tema. Al exponernos a información sobre nutrición, epidemiología u otros similares nos hacemos cada vez más atentos a nuestra salud. El COVID-19 también nos ha hecho más conscientes de ella y con más deseos de controlarla. Por tanto, no es una sorpresa que el mercado global de salud digital crezca aceleradamente en los siguientes años (un estudio de Vynz Research estima que crecerá un 29 % anualmente, de USD$111 billones en el 2019 a USD$510 billones en el 2025). Dado que esta tecnología es aún emergente y que la pandemia también ha complicado la ejecución de visitas médicas rutinarias, hay una oportunidad de incorporar herramientas digitales de monitoreo remoto al cuidado de salud cotidiano para empoderar al paciente con mejor control sobre su bienestar. Esto puede hacerse mediante iniciativas que maximicen el impacto de cuidado y minimicen la carga operacional sobre el proveedor.
Según el portal de estadísticas Statista, el 73 % de pacientes están dispuestos a compartir su data de salud con proveedores médicos para optimizar su cuidado. Mientras tanto, se estima que el número global de dispositivos portátiles aumentará de 325 millones en el 2016 a más de un billón en el 2022. Asimismo, la pandemia ha causado la flexibilización de regulaciones de cuidado de salud a nivel mundial y la expansión de coberturas de seguro médico sobre servicios de telemedicina. Estas son tendencias que los proveedores médicos pueden capitalizar para ofrecer servicios y productos de monitoreo remoto.
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El monitoreo remoto es un componente de telemedicina que incluye la colección, transmisión, evaluación y comunicación de data de salud del paciente que proviene de dispositivos electrónicos portátiles o implantados. El monitor cardíaco Holter es un ejemplo de ellos que ha sido usado por varios años. Pero las novedades de hoy incluyen objetos cotidianos, menos invasivos y más eficientes con la colección y procesamiento de data como el Apple Watch o la pulsera Fitbit.
Sin embargo, el monitoreo remoto no es posible para todo tipo de actividad clínica. Cualquier actividad clínica que sea considerada debe satisfacer cinco criterios principales: 1) la colección de data puede realizarse remotamente, sin necesidad de un proveedor presente, 2) la colección ocurre en tiempo real, 3) la información se transmite remotamente a un médico en tiempo real o a un horario establecido, 4) la data es evaluada tanto por personal médico como personal no médico, 5) la data es sintetizada de manera entendible para el paciente vía mensaje de texto o correo electrónico. La radiología, por ejemplo, no satisface todos estos criterios ya que los rayos X o las imágenes de resonancia magnética requieren maquinaria compleja ubicada en hospitales o despachos médicos. Pero condiciones que aquejan a muchos como la diabetes, la hipertensión y la enfermedad de Parkinson sí los satisfacen. De acuerdo a la OMS, hay 422 millones de personas con diabetes (5 %), más de 10 millones con Parkinson (1 %) y casi 1 billón (13 %) con hipertensión a nivel global. Esto indica que hay suficiente demanda para monitoreo remoto aun solamente considerando estas condiciones. Pero la demanda no lo es todo—la implementación de este tipo de iniciativa es clave.
Para tener éxito con la ejecución y adopción del monitoreo remoto, es importante tener al paciente en mente y no crear carga adicional para la operación del proveedor. Por un lado, la tecnología tiene que ser intuitiva tanto los pacientes como los doctores y la data simple de monitorear y analizar. También debe haber un enfoque en la equidad en salud. Los proveedores deben asegurarse que la tecnología y programas de educación para entenderla sean accesibles para pacientes desatendidos y de escasos recursos, así como para pacientes más privilegiados. También, debe enfatizarse la seguridad e integridad de la tecnología para asegurar tanto al paciente como al médico sobre la privacidad de la información. Por otro lado, dado que las clínicas lidian con bastante trabajo administrativo, las herramientas de monitoreo remoto deben complementar los flujos de trabajo con la menor cantidad de fricción. Al mismo tiempo, para incrementar el volumen de pacientes y de data analizada es necesario dedicar personal no médico (enfermeros, farmacéuticos etc.) capaz de evaluar la data y dar seguimiento a los pacientes vía comunicación electrónica. Tomando estas medidas en cuenta, antes de implementar el monitoreo remoto es necesario empezar con un programa piloto dentro de un área de cuidado específica, ya sea diabetes, Parkinson o algún otro tipo de condición médica que satisfaga los criterios previamente identificados. De esta manera, se puede identificar lo que funciona y no funciona para mejorar el programa una vez el proveedor médico quiera expandirlo a otras áreas de salud.
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Las tendencias de tecnología, la conducta del paciente y, especialmente, el COVID-19 han aumentado la importancia del monitoreo remoto de salud. Para tener éxito, los proveedores médicos deben establecer programas que incorporen medidas que maximicen el impacto de cuidado y minimicen la carga operacional en actividades clínicas que califiquen para monitoreo remoto. Aquellos proveedores que logren hacerlo van a liderar un cambio significativo que perdurará en la manera que el cuidado de salud es brindado a los pacientes.
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