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miércoles, diciembre 4, 2024

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Francisco Tosi, doctor en Economía Empresarial por la Universidad de Pavía (Italia) y máster en Sociología por la Universidad Católica Argentina.
Francisco Tosi, doctor en Economía Empresarial por la Universidad de Pavía (Italia) y máster en Sociología por la Universidad Católica Argentina.

Se suele hablar de lo importante que es para los países, especialmente los nuestros, latinoamericanos, la fortaleza institucional. Cuando en el siglo dieciocho se formulaba en la teoría la división de los poderes en el Estado y recomendaba su independencia, todavía resonaban las palabras de comienzo del siglo, en la misma Francia, cuando el propio rey que se hacía llamar “sol” reclamaba su autoridad absoluta planteando que el Estado era él y solo él. La revolución francesa de fines de ese siglo fue como un clímax entre el pensamiento teórico que anticipa la realidad y las propias circunstancias sociales que explotan, liberando esa tensión. Aunque no siempre con el orden que (casi siempre) dirige el pensamiento de los doctos en estos temas. El asunto es que un par largo de siglos después parece que hay un consenso, por lo menos formal y de discurso sobre la primacía del sistema republicano, o sea, sustancialmente, la división de los poderes, en judicial, legislativo y ejecutivo, debidamente independientes. A su vez el sistema de selección de los miembros de los dos últimos es finalmente consensuado a través de lo que llamamos “democracia” o sea el voto universal de los ciudadanos. El Poder Judicial tiene un sistema indirecto en la mayoría de los países republicano y democrático. Honduras se encuentra entre ellos, la Argentina también, como la mayoría de nuestra Latinoamérica. ¿Es perfecta la democracia, elige a los mejores? Sabemos que elige a los más votados entre los que se dedican a la política. Dentro de lo existente es mejor eso que otro sistema. Entre los antiguos griegos, que ejercían la democracia entre los ciudadanos para gobernar sus ciudades, se llegó a dudar tanto del sistema de selección, que en oportunidades procedieron al sorteo para definir quién ocuparía los cargos. Sabemos que los ciudadanos habilitados no eran más que el 25 % del total de la población, pero igual tenían problemas. O sea, que, dentro de todo, hemos mejorado. ¿Es la república lo mejor o es más eficaz el absolutismo, el unicato o el totalitarismo? Hay respuestas variadas a esto y experiencias diversas, pero entiendo que una sociedad libre es aquella que tiene sus instituciones independientes y fuertes ante las pretensiones de imponer voluntades no consensuadas ni acordes con la ley. Por lo tanto, república como organización y democracia como forma de elección resultan aceptados y compartidos.

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¿Cuál es la razón de levantar este asunto que pareciera tan claro que puede resultar obvio? La causa de esta nota es observar que, lamentablemente, las instituciones no están todo lo sólidas que debieran estar, no sólo para enfrentar al delito, las infracciones, los abusos y los injustos privilegios. Esto es una debilidad.

En Honduras, en Perú, Argentina o Colombia existe, como en toda Latinoamérica, la necesidad de atraer inversiones económicas. En diferencia a las financieras que como vienen se van, solamente especulando con diferencias inmediatas. Las inversiones económicas son las que crean trabajo, movimiento de proveedores y clientes, necesidad de talento, desafíos a la creatividad, en definitiva, inician el conocido circulo virtuoso. ¿Por qué razón vendrían a Honduras y qué tiene que ver con la fortaleza institucional? Este es el punto central sobre el cual debemos reflexionar porque representa una gran oportunidad para toda la nación.

Un tercio de toda la monetización, sea el dinero existente en dólares, euros e inclusive en menor medida yuanes, ha sido emitido entre 2020 y 2021. Esto quiere decir que hay una formidable liquidez. En muchas publicaciones se advierte sobre esta situación de desequilibrio. O sea que toda esta masa monetaria debe ser absorbida por un robusto crecimiento en los países que toman esas monedas como referencia, o sea la mayor parte del mundo. Si este crecimiento no ocurre se van a observar, primero unos crujidos importantes con los síntomas inflacionarios que son la fiebre de la economía social. Eso va a acelerar la necesidad de invertir, ubicar ese capital en algún lado y propagarlo. Si se canaliza en derivados financieros, la historia económica ya nos ha demostrado lo que ocurre. Sucede el ajuste inevitable como resultado de crisis explosivas. Por lo tanto, vemos esfuerzos del BCE (Banco Central Europeo), la Reserva Federal e inclusive la dirigencia china en controlar el endeudamiento bancario, la morosidad y forzar la inversión a mediano o más largo plazo. De hecho, las propias autoridades monetarias absorben liquidez comprando los bonos que emiten los estados o estado miembro. ¿Dónde se hacen las inversiones? Es obvio que las inversiones menos penalizadas con objeciones, riesgo país, seguros de cambio ante la inestabilidad y otras garantías son las que se hacen en los propios países europeos, el OCDE y la propia China. De hecho, están tratando de canalizar allí inversiones en transición ecológica, movilidad programada en las ciudades y otras grandes innovaciones. Pero eso no alcanza. Se deberán hacer inversiones allí donde justamente falta desarrollo. Caminos, sistemas de saneamiento, hospitales, escuelas, viviendas, industrias, conectividad. Eso y mucho más es lo que hay para hacer. ¿Cuánto faltará para que se comprenda que hay que hacer inversiones allí donde no están hechas? La objeción es que no se hacen porque no hay calidad y fortaleza institucional. Pero el problema es mayor. El capital va a necesitar aplicarse y es posible que pase por alto la falta de fortaleza institucional. Pero no es necesario tener el genio de Marx para comprender que una inundación de capitales necesitados de invertir en cualquiera de nuestras sociedades frágiles en lo institucional sería un agravamiento de las desigualdades, un aumento de los abusos y la repetición de una tragedia, muy lejos de cualquier farsa. La fluidez monetaria del mundo es una gran oportunidad para Honduras, un modo para poder, además, hacer un salto de calidad adoptando tecnologías de conectividad y progreso de las que se dan pocas veces en la historia. Es para extrañar la noble figura de Morazán, heroico en sus actos y épico en su martirio, pero un adelantado como pocos en su propuesta política, en festejo en estos días de su protagonismo independentista y federal. Alguien que supo aprovechar la oportunidad que le dieron esos tiempos. ¡Ahora es el momento para los adelantados!


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