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viernes, noviembre 22, 2024

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Carlos Fúnez, ingeniero civil con más de 50 años de experiencia profesional. Fue gerente general del Instituto Nacional de la Vivienda (INVA), gerente de Operaciones de DIMA y gerente de Servicios Técnicos de la Tela R.R. Co.
Carlos Fúnez, ingeniero civil con más de 50 años de experiencia profesional. Fue gerente general del Instituto Nacional de la Vivienda (INVA), gerente de Operaciones de DIMA y gerente de Servicios Técnicos de la Tela R.R. Co.

Las buenas obras que se construyan como solución de necesidades básicas y prioritarias de nuestro país siempre serán bienvenidas para el pueblo hondureño porque además de prestar un buen servicio a la comunidad, ayudarán también grandemente en la consolidación de nuestra estructura social que hoy se encuentra muy dispersa, distante y fracturada por la carencia del afecto mutuo y de una sana y humana convivencia de hermandad que debe existir en el pueblo hondureño. La humanidad entera urge de una muy fuerte consolidación fraternal.

Esperamos que algún día no muy lejano podamos llegar a un punto de armonía y verdadera convivencia social y humanitaria y será entonces cuando podremos pensarlo y decirlo abiertamente que nos ha llegado la oportunidad a todos los que somos, padres y abuelos de heredar a nuestros hijos y nietos, un país de paz, tranquilidad y prosperidad, como lo soñaron nuestros próceres y héroes nacionales: Francisco Morazán, José Trinidad Cabañas, Dionisio de Herrera y José Cecilio del Valle, así como también nuestros ancestros. Desde mi propia percepción este es el más valioso y acariciado anhelo de la gran mayoría de todos los buenos y selectos ciudadanos hondureños.

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Sabemos de sobra que esto conlleva una dura y tenaz lucha, pero nosotros tenemos algo grande y ponderable a nuestro favor, que jamás hemos dejado de creer en la futura reivindicación de nuestro pueblo, gozando a plenitud de todos y cada uno de sus derechos y libertades ciudadanas. Quiero y pido a todos que reflexionemos y sepamos que todavía tenemos espacio para arrepentirnos y rectificar nuestros graves y aberrantes errores bajo la más firme convicción que pasaremos por una profunda y verdadera profilaxis social de nuestro comportamiento, misma que será regida y avalada por firmes principios de honestidad y honradez con la absoluta seguridad que solo así logremos hacer de Honduras un país grande y poderoso en lo ético, moral y económico.

Los jóvenes aún tienen la posibilidad abierta de ver realizado este sueño de tranquilidad y paz; que no es algo imposible de lograr, pero sí se requiere dejar de lado las ambiciones políticas y económicas desmedidas y pensar más en el bien de todos y de nuestra patria. Borremos con esto nuestro obscuro y tenebroso pasado, terminando de una vez y para siempre con la nefasta y desmedida corrupción y robo que tienen secuestrada nuestra débil economía nacional y nuestra tranquilidad personal, social y colectiva. Pido a todos nuestros conciudadanos que mantengamos ardiente, fuerte y vigorosa nuestra fe y confianza en la juventud, que es fuente de gran inspiración y de ideas concretas, renovadoras y vanguardistas, que es luz viviente para todos nosotros y que su amplio conocimiento, sabiduría y gran sapiencia cambiaran sin ninguna duda el equivocado camino que ha tomado actualmente nuestra historia republicana como una nación libre, democrática e independiente.

Esta total historia de nuestra nación en el presente se puede describir lacónicamente en dos palabras trágicas: corrupción y miseria. Siendo esta la razón más poderosa y dominante para que apelemos a la buena voluntad de todos y cada uno de nuestros futuros gobernantes de cualquier partido que sean, para que se comporten como verdaderos caballeros y valerosos ciudadanos, baluartes de la honestidad y además grandes y sinceros amigos de su pueblo y con este binomio fuerte y consolidado, podamos sacar la cara por nuestro país y por todos los que nos consideremos sus verdaderos hijos, de esta patria que es muy nuestra.

Por favor damas y caballeros, cambiemos ya el rostro y la imagen de la patria con trabajo y honradez y solo así apartaremos de nosotros ese calificativo despectivo de pobres y corruptos. Hagamos una revolución educativa en todos los niveles: primaria, secundaria y universidad con transformaciones de fondo, dignas y adecuadas. Construyamos escuelas y universidades públicas con tecnología de punta y bien acondicionados con todos los nuevos principios, técnicos y pedagógicos modernos. Ya dejemos atrás ese mal hábito de parcheros y remendones, que así nunca más vamos a poder salirnos de ese gran hoyo económico en que nos tienen metidos los políticos, ladrones y corruptos del país, con honrosas excepciones. Hagamos patria, a Honduras no le regalemos más allá de nuestros deberes ciudadanos como son los impuestos, pero no le robemos al pueblo esos fondos vitales de la educación y salud. En lo referente a la salud, es necesario construir más hospitales y centros de salud contratando buenos médicos y enfermeras honradas y capaces. Hagamos cambiar a la Honduras infernal en un país renaciente de paz y felicidad. Pero con justicia social y leyes, que bien aplicadas pero implacables y severas terminen con la impunidad y el crimen tan asfixiantes que nos está ahogando a todos los hondureños.


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