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viernes, noviembre 22, 2024

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Carlos Fúnez, ingeniero civil con más de 50 años de experiencia profesional. Fue gerente general del Instituto Nacional de la Vivienda (INVA), gerente de Operaciones de DIMA y gerente de Servicios Técnicos de la Tela R.R. Co.
Carlos Fúnez, ingeniero civil con más de 50 años de experiencia profesional. Fue gerente general del Instituto Nacional de la Vivienda (INVA), gerente de Operaciones de DIMA y gerente de Servicios Técnicos de la Tela R.R. Co.

La mayoría de los hondureños y especialmente los residentes en la costa norte de nuestro país están sumamente sorprendidos, alarmados y desesperados por los grandes y cuantiosos daños económicos causados por los dos devastadores huracanes Eta y Iota. Las tormentas entraron de manera continua a nuestras costas hondureñas, dejándonos vientos de gran poder destructivo y lluvias intensas y prolongadas que tuvieron como consecuencias fuertes crecidas de los ríos que cruzan todo el Valle de Sula como son el Chamelecón y el Ulúa, mismos que se salieron de su cauce normal e inundaron la mayor parte del Valle de Sula, dejándonos innumerables daños en la agricultura, la ganadería y las industrias instaladas en el Valle; así como daños severos en la infraestructura vial.

Yo no he tenido la oportunidad de hacer un análisis hidrológico para establecer si los eventos generados por Eta y Iota son mayores que cualquier otro evento que pudiera haber sucedido en el Valle de Sula, lo cual es muy probable por dos razones fundamentales: Primero, que en el presente caso se sumaron los daños de los dos huracanes en mención con apenas una semana de separación entre uno y otro evento y segundo agregarle que las obras macro que construyó hace muchos años La Tela R.R. Co. en el valle, están en total abandono, como son los boquerones o canales de alivio y los bordos de protección. Los canales de alivio están muy azolvados y llenos de maleza y árboles en sus cauces y los bordos son el lugar de albergue de insectos y animales como sompopos, hormigas, culebras, garrobos y cusucos o armadillos que hacen grandes huecos en los bordos, lo que causa que cuando sube el nivel del río el agua se introduzca a los bordos que al saturarse se rompen.

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Los objetivos para los que se construyeron tanto los canales de alivio como los bordos eran básicamente dos:

  1. Proteger las fincas bananeras de Tela R.R. Co.
  2. Brindarles protección a todos los demás cultivos, viviendas e industrias instaladas en el valle.

Estas obras bajo los cuidados y mantenimiento brindados por la Tela R.R. Co. sirvieron en forma eficiente por más de 100 años. Indudablemente que los canales de alivio y los bordos son las obras más importantes para el control de las inundaciones. Los canales de alivio o boquerones son canales de gran capacidad hidráulica que se derivan de los ríos de tal forma que cuando estos ríos suben su nivel y están próximos a desbordarse comienzan a trabajar estos canales llenándose primero los que están casi a nivel del mar y seguidamente los que están tierra adentro hasta que se completa toda la red de canales de alivio y si las lluvias continúan, estando lleno tanto el río como sus canales de alivio ya no hay forma de evitar la inundación.

Estos canales de alivio o boquerones tienen en su conexión con los ríos una estructura de concreto reforzado con un vertedor tipo CIMACIO que es el que regula la cantidad de agua que entra del río a los canales de tal forma que nunca puede pasar por este vertedero una capacidad mayor que la capacidad de diseño del canal. De no ser así y si por este vertedor pasara una cantidad superior a la que se uso para el diseño del canal, entonces la inundación se produce por rebalse de los canales de alivio y en vez de solucionar el problema lo complican. Las otras obras de protección son los bordos que, contrario de los canales son obras construidas en corte del nivel de terreno hacia abajo. Los bordos son obras construidas en relleno del nivel del terreno para arriba. Ambos son de forma trapezoidal con pendientes laterales en sus taludes 2:1 (2 horizontales 1 vertical) y compactados al 90 % tanto en los canales como en los bordos.

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Este preámbulo va encaminado hacia lo que quiero exponer, que nos obliga a tener una mayor concentración en nuestro caso. Después de muchos años de trabajar para la Tela R.R. Co., aprendí a valorar además del costo económico de las obras, el costo humano de las mismas como todas las macro-obras que construyo la Tela R.R.Co. para el control de las inundaciones en el Valle de Sula y que fueron los siguientes:

  1. Construcción de los boquerones o canales de alivio para evitar en lo posible, las inundaciones de los ríos Chamelecón y Ulúa en el Valle de Sula.
  2. Construcción de bordos de contención contra inundaciones. Estas obras, bajo los cuidados y mantenimiento brindado por la Tela R.R.Co. , sirvieron en forma eficiente por más de 100 años.

Cuando la Tela R.R.Co inició sus operaciones en nuestro país aproximadamente en 1912 la mayor parte de los terrenos en el Valle de Sula eran áreas pantanosas con aguas permanentemente estacionadas y contaminadas convirtiéndose en grandes criaderos de zancudos y serpientes venenosas muy letales como el famoso barba amarilla, corales y otras especies.

En estos años de inicio de las operaciones de la Tela R.R.Co en Honduras murieron muchos trabajadores por las siguientes causas:

  1. Efectos juntos del alcohol y la ignorancia por pleitos personales irracionales.
  2. Picaduras de serpientes venenosas como barba amarilla, corales, etc.
  3. La malaria o paludismo causado por los zancudos transmisores.

Todas estas narraciones monótonas, pero reales me avalan para decir que en estas obras no solamente debe considerarse el costo económico, sino también el costo humano. Historia que puede escribirse con el sudor y la sangre de todos los caídos en este heroico esfuerzo. Por estas razones expuestas ese fue el alto costo que pagaron los que en esos tiempos pasados se morían gran cantidad de trabajadores en lo que por muchos años fue la panacea contra el hambre y la pobreza en Honduras.

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Cuando La Tela R.R.Co. suspendió sus operaciones en Honduras, se interrumpió radicalmente el mantenimiento de estas obras que en la actualidad están en su etapa de destrucción total, situación que ya está haciendo sentir y cada vez más. Los daños de las inundaciones irán creciendo tanto como el deterioro de las obras de protección vaya aumentando. Lo más lamentable es que estas obras cuestan a estas alturas miles de millones de dólares que nosotros ni soñando los tenemos.

Los seres humanos por naturaleza o por formación ante estas situaciones se ubican o se colocan básicamente en cualquiera de estas tres posiciones: los optimistas, los pesimistas y los realistas. Explicaré a renglón seguido como yo las analizo en mi manera propia y muy particular con la que otras personas quizá piensen de diferente manera, lo cual respeto, aunque no necesariamente comparta. La posición de optimismo es buena y quizá hasta saludable hasta a un cierto punto, mientras no se llegue al punto de lo imposible, porque entonces se cae en el campo de la falsedad y de la hipocresía que ya se convierte en algo destructivo y hasta peligroso. El pesimismo mal dosificado es la antítesis del optimismo en total sentido inverso y por último el realismo que nos trae tranquilidad y seguridad porque se ubica en realidades concretas positivas o negativas pero manejables.

Con lo sucedido, nuestra historia está ya dictada y escrita. Mi pregunta inicial obligada es: ¿Qué piensan hacer, siendo realistas, las autoridades gubernamentales en este caso con los terrenos del Valle de Sula? Seguiremos para atrás como el cangrejo, en cuyo caso terminaremos con los terrenos fértiles del Valle de Sula, comprometiendo además totalmente nuestra salud, porque volveremos a tener enfermedades que hace muchos años se habían erradicado de Honduras como el paludismo que contó miles de vidas entre nosotros los hondureños y cuyo costo de erradicación fue de millones, cuando el lempira estaba a dos por uno.

Mi recomendación final para el gobierno y los venideros es que se haga el mayor esfuerzo posible por no dejar que se terminen de destruir las grandes  obras de protección contra inundaciones consistentes básicamente en los canales de alivio o boquerones, lo mismo que los bordos. Porque si estas obras se destruyen totalmente, no podremos hacer nada ni para atenuar las inundaciones y entonces todos los terrenos del valle serán inundados por los ríos Chamelecón y Ulúa. Igualmente es impostergable mantener todas las muchas vías y puentes de grandes estructuras metálicas como el puente Guanacastales que cruza el río Ulúa en las proximidades de Baracoa.

Mi recomendación final es que se cancele la Comisión del Valle de Sula, que ese ha sido un completo nido de ratas, corruptos e ignorantes. Cabe aclarar que el único gobernante que mejoró la estructura organizativa de esa institución fue en el gobierno del Lic. Ricardo Maduro Joest que, acompañado y apoyado por el Ingeniero Alberto Díaz Lobo, su designado presidencial, construyeron varias obras de importancia entre los que se incluye la construcción del Canal Maya que protegió por muchos años el municipio de La Lima que había sido azotado por varias inundaciones. Pero lamentablemente a este canal no se le dio el adecuado y oportuno mantenimiento por parte de la municipalidad de este municipio que fue la que quedo encargada y responsable del mantenimiento del Canal Maya. Estos son los resultados de ese endémico mal de los hondureños con algunas pequeñas excepciones que construimos las obras y se nos olvida mantenerlas y luego el tiempo con sus inclemencias las destruye.

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Seguidamente haré un comentario sobre la complejidad de las obras iniciales realizadas por la Tela R.R.Co, para que el pueblo hondureño conozca más a fondo todas las peripecias que pasaron todos los empleados de esta compañía bananera para desarrollar uno de los emporios más grandes que ha tenido nuestro pueblo, generador de fuentes de trabajo y cambio de vida para todos nosotros. A renglón seguido les haré la presente narración del sacrificio ilimitado que le costó a todos los empleados de la Tela para el establecimiento de esta empresa en nuestro país.  El Ingeniero Roberto Talbott, con quien llegué a tener cierta amistad, me refinó que en sus años de plena juventud, él trabajó para la compañía y que en ese tiempo era un pantano todo el valle de Sula; que los ingenieros y sus topógrafos asistentes trabajaban todo el día y todos los días hasta los domingos con el agua al pecho. El ingeniero Talbott me dijo textualmente estas palabras: “Mire ingeniero Fúnez, estas obras de la Tela en sus inicios fue una obra de titanes de hombres probados en su firmeza de carácter indeclinable”.

El que escribe estas líneas es ingeniero civil de la vieja guardia, con 87 años por cumplir; tengo debilitadas mis facultades físicas de locomoción, pero tengo casi integras mis facultades mentales, si en algo puedo ser útil, aunque sea con un consejo, estoy en la mejor disposición, gratuitamente por supuesto.

Quiero por último manifestar que en cientos de artículos que he escrito en mi vida, este ha sido para mí el que más me ha conmocionado, porque he tenido que librar una fuerte batalla contra mis propios sentimientos y mi debilitado estado de ánimo.

Muchas gracias a todo el pueblo hondureño por su gran espíritu de tolerancia, paciencia y resiliencia.


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