Por Carlos Martínez Zepeda (En La Mira). La vida nos da la oportunidad de conocer todo tipo de personas, pero hay una que sobresalen, las que marcan tu vida, las que te enseñan hacer lo correcto, las que te brindan una amistad sincera, las que te hablan con la verdad.
Una de ellas es mi amigo Yani Rosenthal, quien fue mi jefe en diario Tiempo, quien me aconsejó aceptar una oferta de trabajo, con quien emprendimos un proyecto político, quien siempre me apoyo en mis ideas y en más de una ocasión me ayudó a decidir en mi vida económica y política.
Yani es de esos amigos que se dejan conocer, como el hecho que no le gusta que hablen de sus amigos, que un breve silencio significa que no le parece lo que escucha, que es hombre de una sola palabra y que él ayudar a otros es parte de sus agendas diarias.
En estos días que eh compartido más con Yani, que hemos hablado de todo y que su alegría y buen humor no se borra de su rostro, aprendí algo más de él, en hacer lo correcto, aunque no me parezca el resultado.
Yani es ejemplo no solo para su familia, sino que para sus amigos y para todo un país, perfectamente pudo huir, esconderse y lo que hizo fue asumir una responsabilidad que por un tiempo lo mantendrá alejado de la vida a la que está acostumbrado, de números, cálculos y probabilidades.
Ahora la cuenta regresiva ha iniciado y a partir de este momento en adelante su regreso a su querida Honduras está cada vez más cerca y así encontrarnos de nuevo con el amigo, con el hermano, pero ante todo con el mejorado y renovado ser humano.
Es difícil en un momento como estos despedirse del amigo y encontrar las palabras idóneas para decir hasta pronto, pero ese estrechón de manos y el abrazo que aún no parecía la despedida lo encerró todo.
Una última llamada telefónica, “cómo estás”, “que has hecho”, se corta la comunicación, pero rápidamente la restablezco, le mando saludos de amigos y colegas y de nuevo su buen humor sale a relucir con frases que sacan más de una sonrisa y carcajada.
En su tono de voz se percibe que quiere estirar el tiempo, porque sabe que la hora cero llegó, las palabras de ánimo no se hicieron esperar y la historia de José en La Biblia fue parte de nuestra plática.
Llegó el momento de la despedida, pareciera que es fácil terminar una llamada telefónica, pero cuando se trata de un amigo de verdad decir hasta pronto es muy duro, “Dios te bendiga Yani”.
