AFP. En el árbol de Navidad de Nazaret, numerosos judíos israelíes admiran un inmenso pino decorado con luces, una escena que tiene un poco de gusto exótico en un momento en que los viajes al extranjero están desaconsejados o prohibidos por el coronavirus.
Nazaret, que es la mayor ciudad árabe de Israel y un lugar muy importante para el cristianismo, acoge habitualmente en las fiestas de fin de año a multitudes de peregrinos que visitan la Basílica de la Anunciación donde, según el relato cristiano, el arcángel Gabriel dijo a María que iba a tener al niño Jesús.
El Estado hebreo cerró sus fronteras a los turistas en noviembre para contener la circulación de la variante ómicron y ha aumentado las restricciones para viajar al extranjero, prohibiendo incluso que sus ciudadanos se desplacen a cerca de 50 países.
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«En este momento no podemos viajar por el coronavirus», explicó Roni Harari, con la mirada atenta a sus hijos que disfrutan de un gofre belga. «¡Aquí uno se siente un poco como en el extranjero!», contó la mujer, una psicóloga que viajó desde Haifa, una gran ciudad del norte.
Para Aziz Bana, una guía turística de Nazaret, esta no es la Navidad que esperaba.
«Pero el ambiente es genial, muchos israelíes judíos vienen», celebró. «Estamos contentos, aunque no haya turismo del extranjero».
Comunicación
Después de haber pasado desapercibida durante mucho tiempo para los promotores turísticos israelíes, Nazaret, que es mayoritariamente musulmana pero tiene un cuarto de población cristiana, está en el centro de una campaña de fomento del turismo, contó Sharon Ben Ari, director municipal de esta área.
Este ayuntamiento y el gobierno invirtieron sobre todo en comunicación en vísperas de la Navidad, publicando una guía de más de 100 páginas en hebreo, con un portal de internet destinado a los judíos israelíes.
Con cerca de 100.000 visitantes por día y con ingresos turísticos por cerca de 50 millones de séqueles (cerca de 14 millones de euros, 15,7 millones de dólares), esta Navidad es «especialmente exitosa», celebró Ben Ari, matizando que esto no va a permitir cubrir los casi dos años de pérdidas por el coronavirus.
Basam Hakim, que abrió en 2015 un hotel de lujo en la casa que su familia tiene desde hace tres generaciones, los judíos israelíes siempre han tenido un interés por la Navidad, pero que este año es especialmente marcado.
Una semana antes del fin de semana de Navidad, seis de sus diez habitaciones estaban ocupadas, una bendición en tiempos de pandemia.
El único pero es que los turistas locales vienen solo por el fin de semana. «Estamos en paro los otros cinco días», lamentó el hotelero de 36 años.
Conexión
A pocos pasos de la ciudad vieja, donde las pintadas propalestinas recuerdan que la población local, árabes israelíes, se compone de descendientes de palestinos que se quedaron en sus tierras tras la creación de Israel en 1949.
Su tío Bishara Hakim también constató un flujo de turistas israelíes. Este guardián de la iglesia ortodoxa de la Anunciación estimó que en diciembre un 90 % de los visitantes fueron judíos y lamentó que «la mayoría de ellos» no se sientan conectados con la iglesia.
«Vienen, visitan y se van», explicó.
En la galería Baqees, abierta en 2020 para «promover y ayudar a los artistas árabes», la pintora Fatima Abu Rumi lamentó que todos estos visitantes no pasen de la puerta de su tienda, que está al lado del inmenso árbol de Navidad donde se junta la multitud.
El clima festivo en la gran ciudad de Galilea contrasta con el ambiente en el otro centro de la cristiandad y de la Tierra Santa, Belén, la ciudad palestina de Cisjordania, donde se esperan otra Navidad sombría.
El Estado hebreo ocupa desde 1967 Cisjordania y controla todos sus accesos. En consecuencia, la prohibición de turistas en Israel afecta también al lado palestino y Belén, la localidad natal de Jesús según la tradición cristiana, tiene vacíos sus hoteles y comercios.
Como los israelíes tienen la prohibición de entrar a la zona de Cisjordania controlada por la Autoridad Palestina, Belén no puede aspirar al mismo auge turístico que Nazaret.
Y sin embargo, la historia de la Navidad «comienza en Nazaret y sigue en Belén«, destacó Aziz Bana.
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