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viernes, noviembre 22, 2024

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REDACCIÓN. La solidaridad masiva que recibieron previas caravanas de migrantes centroamericanos al cruzar México con destino a Estados Unidos no es la misma que le están dando a la última que salió de San Pedro Sula. 

Esto es bien por el cansancio de los pobladores o, como señalan algunos expertos, porque se ha divulgado un mal discurso que incrementa los prejuicios en su contra. 

Atrás quedó la ayuda de iglesias, particulares y organizaciones locales que ofrecían comida o transporte gratuito en plataformas de tráileres, camiones o carros pequeños para aligerar la travesía, según informan medios mexicanos.  

El sacerdote Heyman Vázquez, párroco en Huixtla, no dudó al señalar las razones por las que la solidaridad ha disminuido. 

“Se debe a toda campaña de discriminación y xenofobia que se está creando a través de las redes sociales y los medios de comunicación, que culpan a los migrantes de la inseguridad en Chiapas”, explicó. 

Óscar Pérez, un comerciante en un punto de la ruta que transitan los migrantes, aseguró que «la población se cansó de apoyar a los migrantes» porque «se han vuelto agresivos y por eso no les dan ayuda”. 

Miles de migrantes continúan a la espera de que las autoridades mexicanas les otorguen algún permiso para trabajar o, en caso de no obtenerlo, seguir su viaje hacia la frontera con Estados Unidos.

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La primera caravana

Según el padre Vázquez, la única que recibió apoyo fue la primera caravana. Esta salió de Honduras en octubre pasado y llegó a contar con más de 7.000 integrantes.  

A partir de entonces, sostuvo, se ha promovido el odio. Aseguró, además, parroquia es de las pocas que ha llevado agua y comida a las familias de centroamericanos. «El resto de los católicos se quedan con la idea que tienen y ni se acercan. Tienen muchos prejuicios”, dijo. 

Este ambiente causa que la frustración se apodere cada vez más de centroamericanos. Tal es el caso de Geovani Villanueva, un hondureño de 51 años que lleva 25 días esperando un permiso o algún documento que le permita seguir la ruta. Él se mueve con su esposa, sus dos hijos pequeños y otros cuatro familiares.

“Creo que es una estrategia del gobierno de cansarnos”, dijo Villanueva.

Cansancio y frustración

Molestos y cansados, algunos migrantes ya no quieren hablar con la prensa. Avanzan lentamente. Por el camino, buscan árboles para refugiarse del asfalto ardiente de la carretera. Recogen mangos y frutas silvestres de los árboles a lo largo del trayecto. 

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