SAN PEDRO SULA, HONDURAS. Unos padres hondureños y su hijo que padece parálisis cerebral infantil, suplicaron a las autoridades de Guatemala que los dejaran continuar con su recorrido, ya que ellos buscan conseguir atención médica para el menor en Estados Unidos.
El nombre del niño que arrancó lágrimas en varios hondureños es Noel Fabricio Orellana, y tiene once años. La mirada del menor se mostraba fija, y en algunos momentos solo bajaba su cabeza, mientras usaba sus muletas y esperaba con paciencia al lado de sus padres.
«Hemos dormido en la calle, no hemos comido, y aquí vamos a intentarlo», externó la madre mientras caminaba junto a su hijo y a su esposo, con la intención de convencer a los policías que se encontraban en la frontera.
«Señores, mi hijo no camina, tal vez allá lo pueden curar, lo han operado más de tres veces, hemos pagado más de doscientos mil lempiras, y no sucede nada. Si me quieren golpear, golpéenme», gritó el padre en la calle. En algunos instantes el hombre ubicaba sus manos sobre su cabeza, y decía que se encontraba agobiado ante tal situación.
«Yo no quiero quedarme en Guatemala, señores, yo no quiero venir a contaminar a su gente, yo solo quiero cruzar, lamentablemente esta es la calle que me conduce para donde yo quiero llegar. Lo siento mucho, no quisiera que esto sucediera, pero me toca», expresó.
Padecimiento
El padre reveló que su hijo tiene parálisis cerebral infantil desde que nació. Él relató que la devastación que dejaron las inundaciones no son una «sorpresa» para nadie, porque «todo mundo sabe lo que pasó».
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Aclaró que los ciudadanos de Guatemala los recibieron bien, y puntualizó que entendía la labor de los militares, sin embargo, explicó que lleva doce años intentando recuperar a su hijo. El padre hondureño incluso sostuvo que solo para conseguir las muletas que su hijo utiliza, se estuvieron cinco años, «porque no se consiguen estas cosas en Honduras».
Luego el padre tomó a su hijo, se lo subió a sus hombros, y suplicó ante la barricada de policías. Frente a ellos, la madre lloró y les dejó saber que hasta tuvo que abandonar a sus otros hijos.
Un miembro de la migración de Guatemala llamó a los padres, los militares despejaron el trayecto y luego ellos cruzaron con el niño que se aferraba a los hombros de su ascendiente, mientras varios se conmovían con la historia.
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