TEGUCIGALPA, HONDURAS. Miles de migrantes dejan sus hogares, sus familias y seres queridos con un solo deseo. En fechas de Navidad, anhelan tenerlos cerca pero su única compañía son desconocidos de diferentes nacionalidades con los que, lo único que comparten, es la idea del «sueño americano».
En esta ocasión, los que partieron en busca de un futuro mejor en Estados Unidos están obligados, en su mayoría, a pasar las festividades decembrinas en diferentes estados y principalmente en la ciudad fronteriza de Tijuana, México, un lugar que ha crecido por los fenómenos migratorios.
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Migrantes hondureños
Un ejemplo es el caso de Paola Vanessa, originaria de Tegucigalpa, quien llegó a la frontera hace 11 meses, embarazada, acompañada de sus dos hijos y su esposo, con la ilusión de cruzar a Estados Unidos con un asilo político.
Esto no fue posible, pues llegando a Tijuana tuvo dolores de parto, dando a luz a bordo de una unidad de transporte público denominado “taxi libre”, siendo ella su propia partera. Solo arribó al Hospital General para que le cortaran el cordón umbilical.
Paola buscaba reunirse con su madre, quien vive en California y a quien tiene 18 años sin ver. Para su mala suerte se cruzó con la COVID-19, así que la solicitud de su asilo político quedó varada. No pierde la esperanza de algún día lograrlo.
Navidad lejos de casa
El sentimiento de nostalgia apareció en Paola, ya que será una Navidad más que no pasará junto a su madre, pese a que su deseo era compartir el fin de año con ella, y el resto de su familia.
“Me siento mal porque mi sueño era lograr reunirme con la familia, porque creíamos que era fácil cruzar, pedir el asilo, pero por la caravana y la pandemia ya está muy difícil, me queda esperar hasta que Dios diga”, contó a Efe.
Viviendo en albergue
La hondureña, actualmente duerme en una casa de campaña improvisada, dentro del albergue Movimiento Juventud 2000 de la Zona Norte. Se ubica en una de las colonias más conflictivas de Tijuana y donde hay 60 personas más, originarias de otras partes del mundo.
En Juventud 2000, actualmente viven 63 familias migrantes, convivieron el 24 de diciembre con una cena que consiste en pavo y otros alimentos típicos de México; gracias al apoyo de otros organismos civiles y gubernamentales que aportan para esta comunidad.
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