El lanzamiento de la nave OSIRIS-REx se ha producido esta madrugada desde Cabo Cañaveral, en Florida. Su destino es Bennu, un asteroide de unos 500 metros de diámetro que pasa cerca de la Tierra cada seis años.
Hasta ahora, la casi concluida misión Rosetta de la ESA había sido la última destinada a estudiar ‘in situ’ un asteroide. Pero la NASA también ha asumido el reto: esta madrugada se ha producido el lanzamiento de la sonda Orígenes, Interpretación Espectral, Identificación de Recursos, Seguridad y Explorador de Regolitos (OSIRIS-REx), que se dirige al asteroide Bennu para tomar muestras y examinar sus inmediaciones.
La nave ha despegado desde Cabo Cañaveral adherida al cohete Atlas V 411, junto al que viajará durante 34 días para seguir después el camino en solitario. Sus 2.110 kilogramos de peso incluyen diversos instrumentos científicos que le permitirán recoger material del cuerpo celeste con un brazo robótico, así como medir la temperatura y otras variables para crear mapas de superficie.
La roca ha sido elegida por la NASA como meta de esta misión por tratarse de un asteroide primitivo cubierto superficialmente por materiales similares a los que predominaban al inicio de la formación del Sistema Solar. El análisis de los materiales revelará nuevas pistas sobre el nacimiento y evolución del este, y la historia de Bennu en los últimos 4.500 millones de años.
El asteroide, que mide unos 500 metros de diámetro y viaja a unos 100.000 kilómetros por hora, pasa cerca de la Tierra cada seis años. Se espera que en el año 2135 circule un poco más cerca de lo normal, entre nuestro planeta y la Luna. Y podría producirse entonces un cambio en su trayectoria debido al aumento de la temperatura provocado por su acercamiento al Sol, un fenómeno que se conoce como efecto Yarkovsky.
Por esta razón, otro de los objetivos de la misión OSIRIS-REx, además de estudiar las posibilidades de la minería espacial, es analizar las condiciones que podrían afectar a este proceso físico (tanto en Bennu como en otras rocas con trayectorias similares). La modificación del rumbo del asteroide podría provocar un acercamiento potencialmente peligroso a nuestro planeta.
Si todo sale según lo previsto, la sonda alcanzará su destino en el 2018 y enviará las muestras a la Tierra en 2023 a bordo de una cápsula.