SAN PEDRO SULA, CORTÉS. Honduras, un país con altísimos índices de criminalidad, a pesar de los esfuerzos de las fuerzas de seguridad.
La violencia contra la mujer se ha incrementado de forma acelerada, y según información del Centro de Derechos de Mujeres, hasta el 27 de noviembre de 2020 se registraron 247 femicidios. Los departamentos con mayor número de muertes son Cortés, Francisco Morazán y Olancho.
Si bien los crímenes en contra de las féminas es un mal constante, en los últimos cinco años (de 2015-2020), se ha visto que no sólo crece el número de víctimas, sino también de victimarias, pues cada vez son más las mujeres involucradas en actos delictivos y asesinatos.
De acuerdo con información que maneja la Fuerza Nacional Antimaras y Pandillas (FNAMP) en las estructuras criminales hay mujeres que ostentan el rango de «Hongras», quienes tienen autoridad de ordenar secuestros, asesinatos y demás crímenes. Es decir, son cabecillas del grupo delincuencial.
Algunas de estas mujeres mantienen una relación sentimental con otros líderes de maras y pandillas, y sólo por esa condición, adquieren voz de mando dentro de la organización criminal.
Así es como ahora se ve a las mujeres jugar un papel ‘protagónico’ en los asaltos, extorsiones y muertes que se suscitan en Honduras. A consecuencia, también es evidente la incidencia de capturas y detenciones en contra de féminas, ya sean adultas o menores de edad.
Mujeres peligrosas
Información de la FNAMP dada a conocer a finales del 2020 indicaba que, a pesar del confinamiento por la pandemia del Covid-19, de enero a octubre de ese año, se detuvo 1,386 personas y 129 eran mujeres, entre adolescentes y mayores de edad.
Las cifras demuestran que el involucramiento de mujeres en actividades de sicariato se acentuó en contra del sector transporte, y es que, algunas dan las órdenes y otras las ejecutan.
«El compromiso que tienen estas féminas, ya sea por vinculo consanguíneo o sentimental, las hace caer en esa obligación de cumplirle a la pandilla», afirma una fuente de la FNAMP. Cuando a un cabecilla hombre lo capturan, se delegan sus funciones a su compañera de hogar, conocida como “jaina”.
A continuación, perfil y cómo operaban cinco mujeres líderes de maras y pandillas para cometer sus crímenes:
Reina Salinas, viuda de «Boxer Huber»
Cuando Ricky Alexander Zelaya Camacho, alias «Boxer Huber«, fue capturado en 2017, a su esposa, Reina Fabiola Salinas Cáceres, le fueron delegadas todas sus «responsabilidades» dentro de la pandilla Barrio 18, aunque sólo pasaron tres meses hasta que la fémina también cayó aprehendida.
Según información de las autoridades, antes de ser encarcelados, ambos se encargaban de fraguar las estrategias de extorsión en contra de transportistas y dueños de negocios ubicados en los barrios bajo su dominio.
En junio de 2020, «Boxer Huber» murió asesinado a manos de dos mareros de la Mara Salvatrucha (MS-13) en La Jaula, uno de los módulos de máxima seguridad de la Penitenciaría Nacional de Támara. Por otro lado, su esposa podría ser condenada a 20 años de cárcel, como mínimo, por asociación ilícita y extorsión.
Suany Guzmán, cabecilla de 18 años
Suany Guzmán, de 18 años, fue capturada y acusada en febrero de 2019 por la muerte de Jonathan López, de 23 años, y Kevin Mejía, de 22 años, en La Jutosa, Choloma.
La FNAMP dio a conocer que Guzmán era una sicaria del Barrio 18 y, además, controlaba 12 colonias de la ciudad de las maquilas.
La delincuente no ejecutó el asesinato de los dos taxistas antes mencionados, pero sí los ordenó, según las autoridades. Investigaciones de la FNAMP indicaba que un cabecilla de la organización criminal encomendó la tarea a Guzmán y la fémina organizó el ataque.
Los «encargados» del doble crimen huyeron a esconderse a una montaña, donde después se reunirían con Suany, según informes de la FNAMP, y les daría instrucciones para un nuevo atentado a las unidades de buses de Choloma.
Con su frialdad llegó a posicionarse como una de las pocas líderes mujeres de la pandilla. Los barrios San Francisco, Care, Los Almendros, Concepción, INFOP, Cedén, 11 de Abril, 17 de Septiembre, La Pagán, 19 de Septiembre, Bosques de Choloma y Pueblo Nuevo, todos del sector El Kilómetro, eran parte de su territorio.
«La Gata», en Choluteca
Otro caso muy sonado ocurrió en septiembre de 2020, y se trató de la detención de una señora de 37 años de edad llamada Dania Yadira Bonilla Betanco, mejor conocida como «La Gata».
Según información dada a conoce el día de su captura, la mujer se encargada de almacenar armas de grupo calibre, usabas por integrantes de la MS-13 para cometer distintos ilícitos. Asimismo, distribuía droga en varios puntos de Choluteca.
La acusaron de trafico ilícito de drogas, tenencia de indumentaria de uso policial y tenencia ilegal de armas de fuego de uso prohibido.
«La inquieta», sicaria en La Lima
“Sí… yo los maté por orden del Barrio 18”, dijo tranquilamente la menor de edad, conocida como «La Inquieta», a varios periodistas que se movilizaron hasta La Lima, Cortés, para dar cobertura su detención en febrero de 2019.
En ese momento, la FNAMP dijo que «La Inquieta» era una temida “gatillera” que mató a, al menos, tres transportistas en distintos puntos de la zona norte de Honduras. Estuvo vinculada de manera directa a los asesinatos de Fernando Dueñas, Carlos Roberto Cruz y José Santos Guardado López. La menor de edad recibía órdenes de los líderes de la pandilla, las cuales cumplía con mucha frialdad.
«La Chucky», llegó desde Los Ángeles
Amarjit Pabla, de 21 años de edad, alias La Chucky, originaria de Estados Unidos que integró la pandilla Barrio 18 en su natal ciudad de Los Ángeles.
La mujer cayó a finales de marzo del 2016, mostrada ante los medios de comunicación como como pieza clave para perpetrar varias masacres. Supuestamente, se vestía de colegiala y así vigilaba a miembros de grupos delictivos rivales en los institutos educativos.
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