Redacción. El cuarto embarazo de Kelsey Hatcher empezó como la mayoría de los demás: con un retraso del periodo.
A partir de ahí, una prueba de embarazo casera dio positivo, y compartió la noticia con su esposo, Caleb, que siempre ha sido » quien más la ha animado». Los Hatcher, que viven en Dora, Alabama, pensaron que habían acabado con las tomas a media noche después de que naciera su hijo menor en 2021.
«Cuando le dije que estaba embarazada de nuevo, me dijo: ‘Vale, bueno, ¿qué es uno más? Será genial. Todo estará bien'», explica.
En su primera ecografía, a las ocho semanas de embarazo, las cosas dieron un giro inesperado.
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La ecografista encontró rápidamente al bebé y le dijo a Hatcher que todo parecía perfecto. El bebé estaba sano.
Entonces Hatcher se acordó de explicarle que su anatomía era un poco diferente. Había nacido con dos úteros, un trastorno llamado útero didélfico.
«Así que si estás explorando y tal vez lo vislumbras o algo así, no pienses que es algo fortuito o que hay algo mal. Ahí hay un útero totalmente separado», dijo Hatcher, de 32 años.
La ecografista le dio las gracias por informarle y le dijo que echaría un vistazo rápido al segundo útero para asegurarse de que todo iba bien.
Y en cuanto movió el ultrasonido hacia el otro lado de mi vientre, dije: ‘Dios mío, ahí hay otro'».