TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Cleotilde Alma Grant Pérez, de 61 años de edad, mejor conocida como «La Bruja Cleo», es considerada la primera asesina en serie conocida en Honduras, sus crímenes se mezclaban con la magia negra y brujería.
Se presume que Cleo, cuando vivía en El Porvenir, recibía a muchas personas para sus “consultas”. Dos de sus víctimas le vendían mercadería.
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Tiburcio López, una de sus víctimas, quien era guatemalteco, desapareció y se dijo que se había ido a su país de origen. Los familiares investigaron que el comerciante nunca abandonó El Porvenir, por lo que la Policía comenzó la búsqueda y llegó a la casa de Cleo, donde encontraron producto que el extranjero vendía.
Asimismo, una policía encubierta, que se hizo pasar por una “paciente”, obtuvo la valiosa información. Luego de la búsqueda encontraron debajo de unas matas de banano, junto al cuarto de la mujer, el cuerpo sin vida de José Cabrera.
Mientras que el cadáver del guatemalteco estaba debajo de la hornilla aún con su ropa, 878 lempiras en efectivo y varios quetzales.
La muerte de «La Bruja Cleo»
Este día se dio a conocer la muerte de Cleotilde Alma Grant Pérez, lo informó la portavoz del Instituto Nacional Penitenciario (INP), Digna Aguilar.
Aguilar dijo a Diario Tiempo que la mujer estuvo recluida desde el mes de junio de 1998, acusada por los delitos de homicidio, asesinato y evasión. Fue sentenciada a 44 años y 6 meses de cárcel.
Estando en prisión, la mujer presentó deterioro mental, volviéndose agresiva, al punto que se le restringió el acceso a los distintos talleres de la Penitenciaria Nacional Femenina de Adaptación Social (PNFAS), para evitar que utilizara las herramientas para hacer manualidades como armas, debido a que atacó con unas tijeras a un policía penitenciario.
Además, Cleo mencionó en una entrevista antes de fallecer que ahora creía Dios y se volvió a la fe, pero que en el centro penitenciario no la trataban bien.
“Me entregué a nuestro Señor en 1998. Pero siempre me he estado tambaleando. Le dije al Señor que me entregaba a él porque mi vida se estaba yendo para abajo. Ellos son los que me tienen en estas carnes, mama; no estoy enferma, ahí está mi citología. Me quieren enterrar y hacerme perdediza como a muchas otras”.
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