CORTÉS, HONDURAS. Una persona de la tercera edad perdió la vida cuando intentaba llegar a una clínica en busca de atención médica, en La Lima, Cortés, zona norte de Honduras.
El fallecido respondía en vida al nombre de Mario Roberto Padilla Guillén, de 62 años de edad. Él habría muerto de un infarto fulminante.
De acuerdo con el testimonio de los parientes del occiso, don Mario salió de su hogar para comprar una recarga en una pulpería, pero en el camino comenzó a sentirse mal de salud.
Por ello, el adulto mayor tomó la decisión de buscar asistencia médica en una clínica que estaba cerca de la tienda. Cuando estaba a pocos metros de llegar, el hombre no resistió y cayó en el suelo.
Personas que transitaban por el lugar llamaron a paramédicos y estos rápidamente intentaron auxiliarlo, sin embargo, ya no tenía signos vitales.
El cuerpo del señor quedó específicamente en una de las aceras frente al Parque Central del municipio antes mencionado.
El señor era residente de la colonia Oro Verde. Sus familiares llegaron hasta donde estaba su cadáver y entre lágrimas lamentaron lo ocurrido.
«Qué triste, pobre señor, vivió en agonía sus últimos momentos. Dios le dé fortaleza a su familia», lamentó una persona.
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Otro hecho
El fin de semana, una persona perdió la vida luego de chocar contra un poste del tendido eléctrico, cuando se conducía en su vehículo en el Segundo Anillo de San Pedro Sula.
A la víctima mortal la identificaron preliminarmente con el nombre de Héctor Vásquez, de 41 años de edad, quien supuestamente es un transportista.
El ciudadano se trasladaba en una camioneta, blanca, que quedó con las llantas arriba, después de chocar directamente con un poste del tendido eléctrico, que terminó casi en medio de la carretera. Por otro lado, partes del automotor quedaron esparcidos en el pavimento.
Autoridades llegaron hasta la zona, pues el hondureño había quedado dentro del amasijo de hierro, pero cuando le tomaron los signos vitales, constataron que ya estaba sin vida.
Familiares del hondureño llegaron para identificarlo y al observar el hecho, empezaron a llorar descontrolados. «No, no, no. Ahí está», decía uno de sus parientes, entre lágrimas e impotencia. Su cuerpo fue llevado a la morgue.
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