REDACCIÓN. Más de 30 mil personas en el mundo (casi la tercera parte en los Estados Unidos), se ha contagiado con la viruela del mono, una enfermedad viral que no es desconocida para la ciencia pero sí para la mayoría de las personas.
Aunque, por el momento, los casos se concentran en hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, el riesgo no se limita a un grupo social.
En Honduras, actualmente las autoridades sanitarias registran dos casos de esa patología por lo que la población se mantiene en alerta epidemiológica.
Al igual que sucedió con el VIH, esa estadística puede cambiar ya que simplemente se trata de una enfermedad que se transmite entre personas, de la piel de una a la piel de otra, y en menor medida mediante superficies contaminadas. Cualquier sentido de seguridad por razones sociales es engañoso. La única seguridad proviene de la vacuna.
Mientras los casos aumentan en América Latina, repasamos los mitos más comunes y las verdades más importantes de esta crisis sanitaria todavía en curso para evitar la confusión.
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Mitos
1) Es una enfermedad de transmisión sexual (ETS)
No. Aunque se puede transmitir durante las relaciones sexuales, no es la única manera de contagiarse. La viruela del mono se transmite de piel a piel, también por contactos que no son íntimos.
2) Si no soy un hombre gay o bisexual no me enfermaré
Falso y estigmatizante. La viruela del mono no discrimina. Las personas y la desinformación discriminan. La viruela del mono se transmite por el contacto de la piel más allá de la orientación sexual de la gente. Todos los seres humanos que no estén vacunados pueden infectarse.
3) Se contagia en gimnasios, bares o el transporte público
Casi imposible. Hasta el momento no se han verificado casos de contagio casual. La viruela del mono se transmite por contacto cercano con la piel de una persona infectada, por ejemplo mediante los abrazos o al compartir objetos con alguien que tiene el virus.
El transporte público o un bar atestado no son problemáticos en sí mismos: sólo el contacto de piel a piel con alguien infectado mientras se está en ellos. Y tendría que tratarse de un contacto intenso, no un roce casual.
Contagiarse en un gimnasio es muy improbable, porque la transmisión por superficies contaminadas o interacciones breves no reviste mayor peligro: representa el 0,2% de los casos, según la OMS. No obstante, es posible tomar precauciones como desinfectar los equipos antes de usarlos y lavarse las manos con frecuencia. En las piscinas, el cloro disuelto en el agua impide la vida del patógeno.
Las vías de transmisión en espacios compartidos son remotas, y sólo se han verificado cuando una persona vive con otra infectada. No se pasa en el aire como el COVID-19.
4) Volveremos al confinamiento como sucedió con el coronavirus
Incorrecto. La crisis está aún en desarrollo, pero los científicos no creen que la viruela del mono pueda causar el caos que trajo el COVID-19. La vía de transmisión no es casual, en primer lugar: requiere mucho contacto físico, más que la viruela o el sarampión. El virus ha sido muy estudiado y ya existen tratamientos y vacunas.
5) Es una enfermedad nueva
Mito. Aunque la primera vez que se popularizó la conversación sobre esta enfermedad fue en mayo, cuando se informaron el primer caso en el Reino Unido y el primero en los Estados Unidos, el virus que causa esta enfermedad se conoce hace más de seis décadas.
En 1958 se observaron brotes de algo similar a la viruela en dos colonias de monos empleados para investigaciones en un laboratorio de Dinamarca. En los setenta se lo vio por primera vez en humanos, en la República Democrática del Congo.
Más recientemente hubo dos brotes (en los Estados Unidos en 2003, en el Reino Unido entre 2018 y 2021) y se lo considera endémico en varios países africanos, desde el centro del continente, Sudán del Sur, hasta Costa de Marfil, sobre el Atlántico.
Verdades
1) Las personas asintomáticas no contagian
Eso parece. Hasta el momento la transmisión verificada se ha limitado al contacto con personas que presentaban síntomas.
Pasado el periodo de incubación, comienza una fase en la que aparecen síntomas similares a los de la gripe: en ese punto, aunque no haya lesiones en la piel, se considera que una persona ya puede contagiar. La transmisión en la tercera etapa de la enfermedad, cuando aparece el sarpullido, es importante.
Por eso se recomienda que cuando alguien siente síntomas se aísle entre dos y cuatro semanas, lejos de personas y mascotas. La capacidad de transmitir la viruela del mono continúa hasta que el sarpullido ha desaparecido por completo y se ha formado una nueva capa de piel.
2) Es posible tomar precauciones para reducir el riesgo de contagio
Sí. Primero conviene hacer una evaluación del riesgo personal que cada persona corre. Un hombre que mantenga relaciones sexuales con múltiples parejas está expuesto: su principal medida de prevención sería la vacuna.
Otras medidas útiles consisten en evitar tocar las heridas, las mucosas y los fluidos corporales de alguien infectado, no compartir objetos —utensilios, ropa— y limitar el contacto prolongado de piel a piel.
Ante el menor síntoma conviene hacer la prueba de la viruela del mono.
3) Los síntomas son fáciles de reconocer
Es un hecho. La viruela del mono puede comenzar como una gripe: fatiga, dolor muscular, ganglios inflamados, fiebre. Luego se ve el sarpullido, que puede presentarse en las zonas de contacto sexual solamente o en todo el cuerpo, incluida la cara.
En general los síntomas se presentan entre una y dos semanas luego de la exposición al virus y duran hasta cuatro semanas. Suelen ser leves, pero cuando no lo son se pueden tratar con un antiviral, tecovirimat.
4) Los preservativos no impiden la transmisión
Correcto. Lamentablemente, dan una protección limitada contra la viruela del mono. Pueden cuidar el área expuesta durante el contacto íntimo, pero en el resto del cuerpo la piel es vulnerable.
Los preservativos se recomiendan, sin embargo, porque todavía no se ha establecido si el virus se puede transmitir por medio del semen o los fluidos vaginales: hasta que se descarte esa posibilidad, conviene usarlos incluso semanas después de haber completado la recuperación.
5) La vacuna contra la viruela común ofrece protección
Es cierto, pero se trata de una protección limitada. Algunos científicos estiman que las personas vacunadas (aun aquellas que recibieron su dosis hace décadas) pueden tener más de un 80% de protección, pero otros consideran que el porcentaje es mucho menor.
No se recomienda, entonces, confiar en la vacuna de la viruela común, sino recibir la vacuna específica contra la viruela del mono. Fuente Infobae.
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