REDACCIÓN. La nave espacial Crew Dragon de Space X, que transportaba a los astronautas de la NASA Robert Behnken y Douglas Hurley, llegó a las aguas del Golfo de México el domingo a las 2:48 p.m. (hora de Miami), marcando un final seguro para una misión histórica de dos meses y allanando el camino para que Estados Unidos se convierta una vez más en un líder mundial en vuelos espaciales tripulados.
El amerizaje se completó en la costa oeste de Florida. Se habían previsto otras zonas, pero la tormenta Isaías podría evolucionar a huracán y se situó en la costa oriental, por lo que se descartó este litoral para la vuelta de los dos astronautas.
La Crew Dragon, nombre de la nave de Space X, entró en la atmósfera y soportó con el escudo térmico el aumento de temperatura que se registra en esta fase.
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Ya lo ha hecho varias veces, por lo que la resistencia de los dispositivos está más que probada.
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Despertados por los niños
Behnken y Hurley durmieron en la cápsula ocho de las 19 horas del viaje de regreso a la Tierra desde la EEI. Según informó la NASA, fueron despertados desde el centro de control con una grabación de audio de los hijos de ambos.
En la Estación Espacial Internacional han permanecido 62 días, durante los cuales dieron 1.024 vueltas a la Tierra, dedicaron 114 horas a la investigación y vieron llegar y salir de la estación espacial a varios vehículos espaciales, según informó la NASA. Behnken participó en cuatro paseos espaciales con el astronauta de la NASA al mando de la EEI, Chris Cassidy.
Las tragedias que precedieron a Space X
Desde la tragedia del Challenger (el transbordador que estalló el 28 de enero de 1986 tras su despegue, retransmitido en directo), el programa espacial tripulado se vio cuestionado.
Las dudas se vieron ratificadas el 1 de febrero de 2003, cuando el Columbia se desintegró sobre Texas y Luisiana.
El lanzamiento en julio de 2011 del Atlantis puso fin al programa, que ha dependido desde entonces de los Soyuz rusos, que han transportado a las tripulaciones de la Estación Espacial Internacional (EEI) durante esta última década.
“Con esta misión, EE UU recupera autoestima, promueve su industria aeronáutica. También abre la puerta a una nueva era de colaboración privada en una carrera espacial cada vez más ambiciosa, como demuestran las recientes misiones a Marte, en especial la estadounidense y la china”, explica Alberto Santiesteban, ingeniero aeroespacial de una industria auxiliar de la Agencia Espacial Europea (ESA).
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