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viernes, noviembre 22, 2024

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ESTADOS UNIDOS. La hondureña Astrid Reyes, de tan solo seis años de edad, fue nombrada por las autoridades sanitarias como la persona más joven fallecida por complicaciones del COVID-19 en el estado de Florida.

La menor fue ingresada el pasado 16 de agosto a la sala de emergencias del Johns Hopkins All Children’s Hospital en San Petersburgo, donde falleció tres días luego por convulsiones.

El nombre de Astrid se agregó a la lista de al menos ocho niños que murieron por complicaciones de COVID-19 en Florida desde que comenzó la pandemia. Se registra un niño de 9 años, dos de 11 años, dos de 16 y dos jóvenes de 17 años.

Ella figura ella como la de menor edad, según informó el diario Tampa Bay Times.

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Según reportes de las autoridades de Salud en los Estados Unidos, la mayoría de los casos y muertes registrados por coronavirus se han producido en adultos, y es menos probable que los niños tengan síntomas graves cuando se infectan.

Por lo que, de los 6 millones de casos reportados en los Estados Unidos, alrededor de 265,000 fueron en niños; apenas un 5 por ciento, según informes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Sin embargo, algunos niños se enferman gravemente y lamentablemente fallecen. La pequeña de origen hondureño viajó junto a su madre, Suny Galindo, hacia Estados Unidos hace un año. Ambas huyeron de la pobreza y la violencia en Honduras, confesó la madre.

Galindo detalló que Astrid nació con un soplo cardíaco y en Honduras, los médicos le dijeron que no era grave y podía vivir con normalidad. Asimismo, recalcó que antes de su muerte, la menor no estaba tomando ningún medicamento y no tuvo cirugías previas.

Astrid y su madre viajaron hace un año a EEUU

Esta familia de 2 se aventuró en un viaje que duró un mes, donde estuvieron expuestas a varios peligros que enfrentan los migrantes en su búsqueda del «sueño americano».

Vivieron experiencias tristes, estuvieron al acecho de delincuentes, pasaron hambre y durmieron a la intemperie. Luego llegaron a Reynosa, en el estado de Tamaulipas y cruzaron el Río Grande hasta Texas.

Del grupo de 30 migrantes que intentaron cruzar, solo Astrid y su madre, Suny Galindo, no fueron interceptadas por agentes de la patrulla fronteriza.

«Astrid nunca se quejó, ella nunca derramó una lágrima. Tenía 6 años. Era una niña muy inteligente y madura para su edad», comentó la progenitora.

El día antes de que Astrid se enfermara, madre e hija fueron de compras, pasaron la tarde juntas y asistieron a un servicio religioso.
El día antes de que Astrid se enfermara, madre e hija fueron de compras, pasaron la tarde juntas y asistieron a un servicio religioso.

Galindo dijo que es difícil creer que su hija estuviera infectada con COVID-19, pues estuvo sana toda la semana hasta la emergencia. No tenía temperatura, erupción cutánea u otros síntomas relacionados con COVID-19.

Sin embargo, según el resumen de un informe de investigación de la Oficina del Médico Forense de Pinellas-Pasco, el resultado indica que Astrid sufrió un edema pulmonar bilateral y dos hemorragias internas, lo que acabó con su vida.

Astrid estuvo conectada a una máquina desde el domingo hasta el miércoles, este último, día en que su madre dio el visto bueno para desconectarla, puesto que el daño en el cerebro ya era irreversible.


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