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viernes, noviembre 22, 2024

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HONDURAS. La migración, consecuencia de la pobreza, está convirtiendo a los pueblos hondureños en zonas desoladas y con poca presencia de personas jóvenes, pues el presente y futuro del país está diciendo ir a EE.UU. en busca de mejores oportunidades, así lo dio a conocer la periodista Claudia Mendoza, corresponsal de Univisión.

En El Porvenir, Cedros y San Ignacio pareciera que solo mujeres ancianos y niños habitan esas aldeas y caseríos. «Duele porque la verdad hay tiempos que no hay dinero para comprar comida, o se enferman algunos. Entonces, uno se desespera y hay momentos en que uno desea hasta morirse«,  dice Paola Acosta, de 26 años, madre de dos hijos, con su esposo lejos.

El esposo de Paola se encuentra varado en Caborca, México, Estado de Sonora. Allí permanece junto a cientos de migrantes centroamericanos más, dice, en espera del momento oportuno para avanzar y cruzar a Estados Unidos.

“Él tiene que ver cómo come. Si le salen trabajos, trabaja, y si no, tiene que aguantar o pide comida en la casa del migrante. Así está pasando”, comentó la joven.

Pueblos del centro de Honduras |  Crédito: Marvin Valladares

Todos los meses hay huidas

Corroborando la hipótesis de que sólo mujeres, ancianos y niños están emigrando, Reina Cruz, coordinadora de una organización que apoya a los migrantes retornados en El Porvenir, dio pistas sobre por qué allí solo se ven caras de mujeres con sus niños y de ancianos. El problema, asegura, es serio.

“La materia humana joven es la que más se nos está yendo y queda la gente de edad que no puede trabajar, o mujeres solas con sus hijos. Eso es lamentable”, afirmó.

Muchos han emprendido la travesía hacia el norte, pero algunos han debido regresar con las manos vacías «porque empeñaron sus cositas y regresan sin nada, y con deudas”.

Según Univisión, las personas de los pueblos antes mencionados estiman que emigran entre 15 y 20 hombres todos los meses, en su mayoría de edades que oscilan entre los 17 y 30 años.

Ramona Meléndez | Crédito: Marvin Valladares

A falta de hombres, las mujeres trabajan en los campos de Honduras

En el norte de Francisco Morazán, las comunidades subsisten, en gran parte, gracias a la agricultura. Pero son pocos los hombres que quedaron para trabajar la tierra. Eso lo evidencia con claridad Ramona Meléndez, quien muy afanada, fertilizaba la parcela de maíz que compró con el dinero que le envío uno de sus hijos desde Estados Unidos.

“Esto es obra de lo que Dios les ha dado allá, pues han comprado este pedacito de tierra y la casita”, dice con aires de orgullo. Sin embargo, de la alegría, los ojos de Ramona pasaron a llenarse de lágrimas pues su segundo hijo, de 30 años, salió de aquí hace 5 meses, sin que aun haya podido llegar a Estados Unidos.

Fuente: Claudia Mendoza | Univisión

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