La revista Gut ha publicado un estudio, recogido por El Mundo, que relaciona la COVID persistente con la composición del microbioma intestinal. Según los investigadores, el «perfil» del microbioma podría ser clave a la hora de detectar qué personas podrían desarrollar una COVID de larga duración.
Este síndrome post agudo conlleva complicaciones o síntomas que se alargan durante semanas o meses después de que se produzca la infección.
Esto es algo más frecuente de lo que podría parecer, ya que el 75 % de las personas presenta al menos un síntoma, seis meses después de haberse recuperado de la infección por COVID. La fatiga, el insomnio y la debilidad muscular son los más comunes.
El daño celular, una respuesta desmedida del sistema inmunitario o las consecuencias fisiológicas que tiene una enfermedad crítica, también son factores que afectan en este síndrome, aunque se desconoce la causa exacta que lo provoca.
No obstante, el microbioma intestinal (las bacterias, hongos) parece cada vez más relacionado con el desarrollo grave de COVID.
En el estudio, 106 personas con COVID de distinta gravedad y una media de 48 años han sido analizados y comparados frente a 68 personas que no tenían el virus. La mayoría de los infectados tenía una infección de leve a moderadamente grave.
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Diferencias notables en el microbioma intestinal
Tras 3 meses, el 81 % de los pacientes tenían COVID persistente, y el 76,5 % aún seguía con él a los 6 meses. Los síntomas más comunes eran la fatiga (31 %), la falta de memoria (28 %), la caída del cabello (22 %), la ansiedad y los trastornos del sueño (21 %).
Sin embargo, tras analizar las heces de 68 pacientes a los 6 meses, 50 de ellos tenían COVID persistente. Todos ellos tenían un microbioma intestinal distinto del resto de pacientes, tanto los que no se habían infectado como los que lo habían hecho pero no presentaban síntomas meses después. Su microbioma era menos diverso y abundante en comparación con el de los demás.
A los 6 meses, los pacientes con COVID largo tenían mucha menos cantidad de ‘F prausnitzii’ y ‘Blautia obeum’ «amigables». Sin embargo, tenían mayor cantidad de ‘Ruminococcus gnavus’ y ‘Bacteroides vulgatus’ «no amigables» que los que no se habían infectado.
Por último, varios síntomas respiratorios persistentes estaban estrechamente relacionados con varios microbios «no amigables». De igual manera, varias bacterias «no amigables» estaban vinculadas con un peor rendimiento en la prueba aeróbica. Por el contrario, especies de microbios asociados con un refuerzo de la inmunidad estaban en un número más reducido en los pacientes con COVID persistente.
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