Cuando Hitler empezó a vomitar su propaganda nacionalista y racista en las cervecerías y tabernas de Múnich en los años 20, no imaginaba que terminaría alcanzando la cancillería alemana, se convertiría en jefe de estado absoluto y dominaría buena parte de Europa durante unos años. Y que conduciría uno de los autos más espectaculares de la historia: el Mercedes 540 G4.
La década de los 30 es una de las más convulsas de la historia moderna. La Gran Depresión, provocada por la caída de la bolsa de Nueva York en 1929, hizo que la economía mundial quedase muy mermada y favoreció el auge de las ideologías totalitarias.
Es también la década en la que Europa se encaminó hacia una nueva guerra que, en realidad, fue la continuación de la de 1914, pero mucho más devastadora, tras el ascenso de Hitler al poder en Alemania. A partir de entonces, el fuhrer inició una escalada bélica que culminó con el inicio de la Segunda Guerra Mundial el 1 de septiembre de 1939.
La increíble historia del Mercedes 540 G4 de Hitler
En medio de este contexto, Mercedes-Benz fabricó uno de los coches más especiales y espectaculares de su centenaria historia. Un vehículo exclusivo, destinado únicamente a los altos miembros de la Wehrmacht y, por su puesto, para Hitler.
El Mercedes 540 G4 fue concebido como un vehículo todoterreno para desplazarse sin problemas por el frente. Un coche capaz de atravesar los terrenos destrozados por las armas, pero sin renunciar al lujo y confort característicos de la marca de la estrella.
Era una máquina muy avanzada tecnológicamente, con la que Hitler pretendía demostrar la superioridad técnica del país teutón. El fuhrer solía utilizar un Mercedes 770 K Grosser para darse sus baños de masas. Sin embargo, cuando iba al frente o visitaba las nuevas conquistas durante la guerra, prefería el más polivalente 540 G4.
Muy avanzado y lujoso
Realmente, el 540 G5 no era un todoterreno al uso, por su enorme tamaño (5,92 metros) y su elevado peso (3,5 toneladas). Además, no tenía tracción total, solo movía las cuatro ruedas traseras.
Sin embargo, su elevada altura al suelo, la presencia de una caja de cambios con reductora, los ejes rígidos traseros y los neumáticos todoterreno hacían que tuviera buenas dotes fuera del asfalto. Equipaba también un sistema de frenado hidráulico con servoasistencia en los tres ejes.
El elevado peso se debía, en gran parte, por su sistema de blindaje. Estaba formado por un parabrisas de 30 milímetros de grosor, ventanillas delanteras de 20 milímetros y traseras de 30 milímetros y una lámina de acero de 8 milímetros en la parte trasera.
Las puertas, la zona frontal y el suelo contaban con láminas de acero de 8 milímetros y los neumáticos estaban fabricados a prueba de balas, aunque transmitían demasiadas vibraciones al interior y dejaron de utilizarse en las unidades de Hitler.
Para mover una mole de semejantes características, Mercedes montó un enorme motor de ocho cilindros en línea con diferentes niveles de cilindrada y potencia, hasta alcanzar los 5.4 litros y 115 CV en la variante más potente. Podía llevar al 540 G4 hasta una velocidad máxima de unos 70 km/h.
Solo tres 540 G4 en el mundo, uno de ellos en España
La marca alemana solo construyó 57 unidades del 540 G4, de las cuales, 30 fueron equipadas con el motor más potente de 5.4 litros. El coche nunca llegó a comercializarse, ya que estaba destinado al uso exclusivo del jefe del estado y mandos militares. Solo tres unidades han sobrevivido a nuestros días y una se encuentra en España.
La unidad que utilizó Hitler se encuentra en el Sinsheim Auto & Technik Museum, restaurada después de ser utilizado como vehículo de bomberos al término de la Segunda Guerra Mundial. Hay otro G4 en Hollywood, donde ha sido empleado en algunas películas. Y la tercera unidad se la regaló Hitler a Franco, tras la Guerra Civil.
Sin embargo, Franco utilizó muy poco el coche, debido a que, tras la guerra no era muy recomendable hacerse ver con un vehículo alemán y prefería utilizar otros más cercanos a los vencedores de la contienda, como Bentley, Rolls-Royce, Cadillac o Buick. Solo lo utilizó en algunas cacerías oficiales por el Monte del Pardo.
Con el cambio de régimen, el coche pasó a formar parte del parque móvil de la Casa Real, siendo conservado con mucho mimo. En 2004, fue restaurado por Mercedes-Benz Classic en Stuttgart y la propia compañía corrió con todos los gastos.
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