TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La llegada de la pandemia del COVID-19 al país limitó la relación entre maestro-alumno y trajo consigo un nuevo reto: proveer el pan del saber y aprender mediante una pantalla. Eso sin duda ha sido un gran reto para los docentes que, a pesar de las adversidades, se han mantenido en pie.
Dejar de convivir en las aulas, adoptar una nueva metodología de enseñanza y muchos docentes fallecidos es el caos que ha generado la presencia del mortal virus.
No obstante, los maestros siempre se han mostrado con todo el esmero para no dejar de la mano a sus educandos en los últimos 18 meses y hoy, en su día, es un aspecto admirable.
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Viajar tres horas para impartir clases
Una de las bonitas historias que se conoció en los últimos meses es que un maestro viaja hasta tres horas para dar clases a niños de la Escuela Lempira en el caserío Los Pinos en Tocoa.
De acuerdo con lo manifestado por el educador, él se moviliza en transporte público desde donde vive hasta esa zona montañosa.
Del mismo modo, el pedagogo precisó que hace ese esfuerzo ya que en las montañas no hay cobertura para señal de Internet.
«No hay cómo estar directamente con los niños, no hay cómo compartir con ellos», puntualizó.
Para él, no hay mejor enseñanza que estar en clases presenciales y sin importar la pandemia, así lo hace.
Maestros salen en busca de sus alumnos
En Siguatepeque, un grupo de maestros llegaron a tocar la puerta de cada hogar de sus alumnos para impartirles clases.
Los educadores llevaron a sus casas el material didáctico y guías de trabajo para que sus pupilos siguieran adquiriendo conocimientos, aunque no estén en el aula.
También, en esta acción ejemplar se involucraron los padres, quienes serían los principales agentes para enseñar a sus hijos, ante la ausencia de los catedráticos.
Por lo tanto, esa es una excelente forma de permitir a los niños un acceso a la educación.
Desplazarse desde Copán hasta Santa Bárbara para enseñar
Sin duda alguna, son muchos los catedráticos hondureños que comparten su pasión por la enseñanza.
Con esto nos referimos a otro docente que viaja a diario desde Florida, Copán hasta Macuelizo, Santa Bárbara para cumplir la cita con sus educandos.
Además, en las imágenes que circularon en las redes se apreció que no estaban dentro de un centro educativo. Por el contrario, se encontraban en un espacio libre, bajo la sombra de un árbol, con mesas y las respectivas medidas de bioseguridad.
Los impedimentos no dejaron de brazos cruzados al docente, que nunca dejó de enseñar a sus pupilos.
Garaje convertido en escuela
Otra de las bonitas historias que se conocieron en este año es la del educador Luis Alcides Fernández Rivera de Santa Bárbara.
Fernández alberga a siete alumnos para impartirles el pan del saber en el garaje de su hogar.
«Cuando cayó la pandemia, solo asignábamos tareas a los niños e instalamos un buzón en la entrada de la casa para que las dejaran ahí», dijo.
Adicionalmente, el docente mencionó que estaba preocupado ya que los menores no entendían algunos temas.
Por esa razón, implementó una forma original de dar clases en su casa, donde asisten por grupos de trabajo.
«Para mí no hay como la explicación de un maestro frente a sus alumnos. Los padres se comprometieron a enviarme los niños y así hacemos ahora», puntualizó.
Maestro camina tres horas para llegar a la escuela
Por otro lado, junto a estas historias cabe resaltar la del «Maestro de Olancho 2020«, quien camina alrededor de tres horas para estar frente a sus pupilos.
Según informaron, el reconocimiento se le dio ya que él representa un sacrificio diario para impartir clases.
«Este es un honor que se logra con el esfuerzo, sacrificio, y sobre todo con el amor que ponemos a nuestro trabajo», manifestó muy emocionado.
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