El lunar o nevus azul es un tipo de lesión dermatológica que aparece con relativa frecuencia. Puede adoptar distintas formas y tamaños, pero lo más característico es el color azul intenso que lo diferencia mucho de otras enfermedades.
Si bien es benigno, la posibilidad de que sea maligno o se confunda con un melanoma hacen muy recomendable la evaluación por un dermatólogo. ¿Quieres saber un poco más?
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¿Cómo identificarlo?
Si bien estas lesiones pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, son más frecuentes en las extremidades o la región sacro coccígea (parte inferior de la columna vertebral). En ocasiones, pueden encontrarse lesiones extremas en la cabeza o mucosas que dificultan el diagnóstico.
Desde el punto de vista clínico, el hallazgo característico del nevus azul es su color intenso. La forma puede abarcar varios tipos de lesiones primarias de la piel, incluso máculas (cambios de coloración pequeñas y planas), pápulas (aquí existe una pequeña elevación y el contenido es sólido) o nódulos, entre otros.
En cualquiera de los casos, la superficie tiene una textura lisa y tiende a ser menor de 1 centímetro, aunque también pueden aparecer lesiones «gigantes». Algunos pacientes pueden nacer con el nevus azul, aunque la mayoría de los casos son adquiridos a partir de la tercera década de la vida.
En estos últimos pacientes, los lunares aumentan poco a poco de tamaño durante meses o años hasta interrumpirse su crecimiento de forma abrupta.
Epidemiología
Existen medidas aproximadas que afirman que afecta más a las personas de raza asiática (3 % a 5 %) que a los caucásicos (0,5 % a 4 %), principalmente mujeres. Si bien puede afectar a todos los fototipos, es más frecuente en las pieles de tono intermedio.
Según otros estudios, podría presentarse en 1 de cada 3,000 personas, aunque es una cifra aproximada que varía dependiendo de la región que se esté considerando.
Tipos de nevus azul
Todavía no existe un consenso claro respecto a la clasificación de estas lesiones. No obstante, en términos generales, es posible distinguir en la actualidad las siguientes formas:
- Común o solitario
- Celular
- Compuesto
- Atípico
- De grandes placas.
A pesar de las diferencias clínicas, esta clasificación diagnóstica se aplica en el campo de la histopatología. Es decir, cuando se toma una biopsia de los lunares, son los patólogos quienes encuentran cambios microscópicos y realizan el diagnóstico final.
¿Por qué puede ocurrir?
Los hallazgos histopatológicos sugieren que los lunares o nevus azules ocurren por la presencia de melanocitos en la dermis. Se trata de células capaces de producir melanina, el principal pigmento de la piel. Suelen tener formas extrañas y se acompañan de cambios en el tejido circundante.
Todo parece indicar que la causa del nevus azul sería la combinación entre factores genéticos y ambientales. Mediante investigaciones clínicas, se han determinado mutaciones de las proteínas G, unas importantes moléculas que participan en varias reacciones bioquímicas denominadas «señales de segundos mensajeros», en casi todas las células del organismo.
También existe evidencia que sugiere que las lesiones son el producto de defectos embriológicos. La cresta neural es una estructura primitiva muy pequeña y rica en células madre pluripotentes.
Estas son capaces de «transformarse» en varios tejidos. En cierto punto, estas células migran a diversos lugares del embrión para dar origen al sistema nervioso y otras estructuras, como los melanocitos.
Es probable que algunas de estas células hayan migrado de forma errónea, por lo que se terminan alojando en la dermis y no en la epidermis (que es la capa más superficial de la piel y contiene los melanocitos). La típica coloración azul de las lesiones podría ser el resultado de un fenómeno físico llamado efecto Tyndall.
En ocasiones, los nevus azules pueden aparecer en el contexto de otros síndromes sistémicos raros. Tal es el caso del Complejo de Carney, que se caracteriza por la aparición de mixomas, los cambios en la pigmentación cutánea y los problemas hormonales, como el síndrome de Cushing.
¿Cuándo es necesario ir donde el médico?
Si bien muchas lesiones dermatológicas son benignas y no representan más que una molestia estética para el paciente, esto no siempre es así. Uno de los mayores retos para los dermatólogos es el diagnóstico precoz y tratamiento oportuno de lesiones malignas, en especial del melanoma.
Este es el más frecuente que puede aparecer en la piel, y tiene una gran capacidad de metastatizar y originar daños en otros órganos. Desde el punto de vista fisiopatológico, se caracteriza por la proliferación descontrolada de los melanocitos, lo cual le otorga el característico color oscuro.
Diagnóstico del nevus azul
Cuando el dermatólogo evalúa las lesiones, existen dos fases diagnósticas. La primera de ellas es clínica. Mediante la observación, el médico establecerá una sospecha inicial. Después, será necesario tomar una biopsia para que el patólogo realice el diagnóstico definitivo.
La evaluación clínica suele incluir la realización de una dermatoscopia, una herramienta vital para estos especialistas. Permite ver las lesiones con mayor detalle al actuar como una especie de lupa, requiriendo una excelente fuente de luz para obtener resultados más confiables.
Gracias a esta herramienta, es posible distinguir algunas características que diferencian al nevus azul de otras lesiones benignas o malignas. Esto se logra con diferentes tipos de iluminación, bajo las cuales los lunares pueden reflejar un color distinto de fácil detección.
Información verificada en blog «Mejor con Salud».
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